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Antzezaleak, colectivo solidario y ciudadano de artistas de getxo

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Alvaro HILARIO

Son más de treinta años de trabajo solidario y colectivo los que tiene a sus espaldas Antzelaleak, agrupación getxotarra compuesta, hoy en día, por más de ciento veinte socios que cultivan pintura, acuarela, dibujo, cerámica y grabado. «Surgió cuando un grupo de amigos se juntaron para poner en marcha un colectivo, iniciativa a la que nos invitaron», recuerda Hugo Salinas, socio de Antzezaleak. «Empezó a funcionar en un caserío de la calle Zabala. Allí, cada cual trabajaba en su especialidad. La idea de formar un colectivo respondía a la idea de implicarse en la vida social del pueblo», añade.

El proyecto pretendía valerse de la sinergia para impulsar la creación artística en unos tiempos donde esta carecía de referentes físicos: «A la vez se quería hacer una labor pedagógica con la gente del pueblo que no teníamos un sitio a dónde ir. Aquí se daba, por ejemplo, la posibilidad de asistir a talleres gratuitos y abiertos a todo el mundo sin más contraprestación que la limpieza del local, ayudar en las tareas. No era solo la necesidad de tener un estudio, también existía la inquietud de agruparse para cada cual desarrollar su trabajo y ayudar a gente nueva en el desarrollo del suyo», explica Mada Fernández socia también del colectivo.

En la década de los 80 la oferta dirigida al fomento de la creación, al aprendizaje, era inexistente. Antzezaleak dirige entonces parte de sus recursos a impartir diversos cursos y talleres. Con ellos aparecen las primeras subvenciones: «Nosotros podíamos dar los cursos que la oferta municipal no cubría en los institutos, nos pagaban a nosotros y ya está. De ahí vino el cobrar y el acomodamiento a las subvenciones de la mayoría de la gente», señala Salinas. Fernández toma el relevo: «La cosa derivó en que hubo quienes querían pasar de los talleres a algo más academicista con profesores y alumnos; otra historia. Hubo que contratar profesores, con sus nóminas y seguridad social, y nos convertimos en una especie de academia. Perdimos la parte altruista de gente que colabora con gente que viene, el trabajo colectivo».

El objetivo era, sin embargo, tener un lugar en el pueblo, un lugar donde cada cual pudiera dedicarse a su arte, a sus aficiones. La dinámica de los cursillos y los profesores contratados desviaba a Antzezaleak de sus propósitos fundacionales y, además, puso en peligro su estabilidad económica. No es este punto el principal, pero si importante habida cuenta que los 120 socios hacen frente a 1.500 euros mensuales de alquiler a los que deben añadirse los gastos de luz, agua y materiales. Reciben también una ayuda económica del Ayuntamiento.

El colectivo es crítico con las políticas culturales del Ayuntamiento de Getxo. Sin desmerecer lo que hasta la fecha se hace, consideran que este se centra en demasía en la cultura como espectáculo o en la construcción de grandes infraestructuras, como el Teatro Getxo y las nuevas biblioteca y aula de cultura de Erromo.

Es por ello que decidieron empezar de cero: «Volvemos a impulsar el tema de las clases gratuitas, que quien tiene más tiempo o más habilidad ayude a los menos preparados. Quien sabe más de técnica ayuda a quien quiere: no hay restricción de ningún tipo; queremos a volver a colaborar unos con otros y conseguir ese taller popular anhelado. Queremos potenciar el lado creativo de la gente, que esto no sea una academia, que la gente aprenda a hacer su trabajo, no ir a una academia donde el profesor termine tu obra, te la enmarcan y punto», cuenta Mada Fernández.

Además de realizar sus obras de arte y de apoyarse mutuamente en el proceso creativo, exhibir los resultados es otra de las funciones del colectivo Antzezaleak. Hasta la fecha sus exposiciones, tanto individuales como grupales, han sido llevadas a cabo en las salas municipales, dependientes del Aula de Cultura; también han hecho alguna al aire libre. En la última, este mismo verano, se expusieron un total de 47 obras de las diferentes ramas de actividad del colectivo: doce óleos, cinco acuarelas, cinco dibujos al pastel, ocho grabados, un acrílico y cuatro trabajos en madera, incluyendo una maqueta.

Para este próximo curso 2013-2014 el colectivo seguirá con los habituales cursos de grabado, dibujo artístico, acuarela y cerámica y dos nuevos cursos: talla en madera y esmalte al fuego.

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