La caravana de rojiblancos que se encaminó de vuelta de la A-68 la noche del pasado viernes lo hizo más feliz que unas pascuas, con tres puntitos más de oro en el maletero del autobús, dos partidos, dos triunfos y durmiendo líderes, mientras reclinaban su cabeza antes de seguir la fiesta en el Arenal bilbaino. A la mañana siguiente, ya con el primer sorbo de café matutino y la lectura reflexiva de la prensa, o de la más sesuda del mediodía, entre pote y pote, y, todo hay que decirlo, con el alivio de esos seis puntos, se debatían entre el botín traído y el pobre juego de los suyos. Porque de lo que nadie duda es de que el Athletic jugó con fuego, pero, por suerte, ante un Osasuna que no tenía cerillas. Pragmatismo, `clasificación amigo', mejor así que repetir lo de la temporada pasada, incluso alguien apunta que este Athletic es más `normal'.

Lo que está claro es que en estas dos jornadas, benditos sean los seis puntos y si no que se lo digan a equipos con evidente potencial como para dar guerra como el Betis o la aun incógnita del Valencia. Pero tan claro como que este no es el Athletic que teníamos guardado en la memoria más reciente. Cedió de manera escandalosa la posesión de la pelota a Osasuna (41-59%), como la había cedido ante el Valladolid (44-56%). Los navarros dieron un total de 562 pases por 384 los rojiblancos; el Valladolid dio 621 por 460 los leones. Osasuna llegó al área de Herrerín 41 veces, por 26 el Athletic a la de Andrés; el Valladolid sumó 25 llegadas por 19 los bilbainos.

Un equipo aún indefinido

Datos fríos que, probablemente, digan poco, pero que sí al menos reflejan un Athletic diferente. Un equipo, el de Ernesto Valverde, que frente a la precaria precisión de acierto cara al gol de hasta no hace mucho, en Pucela chutó tres veces entre los tres palos y marcó dos goles y en Anoeta remató otras 3 y anotó otros dos. Y a la contra, solo se dejó disparar 5 veces por Osasuna y 2 ante el Valladolid.

Así las cosas, estos números dejan entrever un Athletic menos jugón, menos mandón, pero más práctico tanto en ataque como en defensa, además de un equipo que aprovecha la velocidad de sus lanzadores y puntas para contragolpear. La cuestión es saber por dónde va la apuesta de Ernesto Valverde, si desprecia lo primero y apuesta por lo segundo, o si lo que pretende es apuntalar esto segundo para progresivamente ir también peleando la posesión de la pelota. Porque hasta ahora hemos visto un Athletic al que le ha salvado su pegada, pero lo mismo que en Valladolid, en Donostia tocó en la segunda parte bajar al barro y sudar la ventaja en el marcador. El propio Ernesto Valverde asumió que hay mucho que mejorar. Habrá que dar tiempo para saber en qué y hacia dónde va este Athletic al que aún no le hemos pillado el tranquillo, aunque, de momento, como invitó el propio técnico, disfrutemos de esos seis puntos. Pero de momento.