El Gobierno sirio aseguró que está preparado para afrontar todos los escenarios de intervención en el conflicto que están barajando las grandes potencias occidentales. EEUU, Gran Bretaña y el Estado francés insisten en dar por cierto que el Ejército sirio usó armas químicas en su ataque contra objetivos rebeldes en los suburbios de Damasco antes de conocer las eventuales conclusiones del equipo de observadores de la ONU.

Un alto responsable de seguridad de Damasco reiteró el mantra de que «la salida de la crisis solo será política» y aventó el fantasma de una regionalización del conflicto en caso de un ataque militar occidental.

Horas antes, y en una entrevista publicada por el diario ruso «Izvestia», el presidente sirio, Bashar al-Assad, advirtió a EEUU de que toda intervención militar en Siria «está abocada al fracaso, como todas las anteriores (desde Vietnam)» y tildó de «insensatas y políticas» las acusaciones sobre la autoría de Damasco en el ataque con armas químicas en Guta.

En una comparecencia no prevista y en la que no admitió preguntas, el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, calificó de «innegable» el ataque químico y acusó al régimen de Al-Assad de destrucción de pruebas. Afirmó que la información recopilada hasta el momento, incluyendo vídeos y datos sobre el terreno, indican que «se usaron armas químicas en Siria. Además, sabemos que el régimen sirio mantiene custodia sobre estas armas químicas». «Pese a las excusas de que es algo inventado, es innegable», insistió.

Remarcó también que el uso de armas químicas es «una obscenidad moral» que debería «traumatizar las conciencias del mundo y desafía todo código de moralidad».

Un responsable estadounidense bajo condición de anonimato consideró que la autorización por parte de Damasco a la ONU para investigar la zona del presunto ataque «llega demasiado tarde para ser reíble, sobre todo porque las pruebas disponibles han podido ser tranquilamente alteradas por los continuos bombardeos».

El jefe de la diplomacia francesa, Laurent Fabius, anunció por su parte que las potencias occidentales «decidirán en los próximos días una reacción coordinada» en Siria, que anticipó que «debe ser una repuesta fuerte». El secretario del Foreign Office fue más allá y aseguró que es «posible» responder al uso de armas químicas en Siria «sin una unidad completa en el Consejo de Seguridad de la ONU» y se refugió en el manido uso de los «motivos humanitarios». Rehusó, eso sí, detallar el abanico de opciones militares sobre la mesa.

El ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, mostró su inquietud tras las declaraciones de Londres y París y advirtió de que un ataque sin el aval del Consejo de Seguridad de la ONU supondría pisar «terreno resbaladizo y muy peligroso».

Lavrov puso como desgraciados ejemplos precedentes los de Irak y Libia, país este último donde «el Gobierno no controla la mayor parte del territorio».

Analistas rusos cono Alexandre Filonik, del Instituto de los Países de Oriente, insisten en que «la historia se repite, los países occidentales se comportan siempre igual», y advierte sobre «las consecuencias (de un ataque) en el funcionamiento de la comunidad internacional y en las relaciones ruso-occidentales», incluidos los tratados de no proliferación. Mari Lipman, del Centro Carnegie de Moscú, alerta de un aislamiento de Rusia, «que le obligaría a actuar y a reforzar los lazos con Siria».

Después de que Lavrov advirtiera a su homólogo estadounidense de «las consecuencias extremadamente graves de una intervención militar para Oriente Próximo y el norte de África», el secretario de Defensa de EEUU, Chuck Hagel, reiteró que «si se adopta alguna acción, será en concertación con la comunidad internacional y en el marco de una justificación legal». Hagel no se salió del guión, mientras anunciaba que estaba en contacto con sus homólogos francés y británico.

«Ataque quirúrgico de castigo»

Mientras la UE y los estados comunitarios con menor o nulo perfil -casos de Italia y del Estado español, respectivamente- hablaban de la necesidad de una cobertura legal y de la ONU a cualquier acción contra el Gobierno sirio, expertos occidentales apuntaban a una operación «breve de ataques quirúrgicos» contra intereses estratégicos de Damasco. Para Vivien Pertusot, del Instituto de Relaciones Internacionales (Ifri) de Bruselas, «la situación es simple: ningún país occidental tiene ganas de intervenir, pero el uso de armas químicas, si se confirma, les obligará a reaccionar». So pena de «hacer creer a Al-Assad que puede seguir utilizándolas». «El objetivo de esa operación limitada sería puramente punitivo, y no pasaría por cambiar el régimen en Damasco, ni de voltear el equilibrio sobre el terreno a favor de los rebeldes», coincide Jonathan Paris, del grupo de reflexión Atlantic Council.

Markus Kaim, del instituto alemán SWP, señala que «lanzar ataques contra objetivos claros con ayuda de misiles lanzados desde el mar contra depósitos de municiones o infraestructuras estratégicas sirias parece la única opción realista actual». Y añade que esta opción podría ser breve, de un día a dos.

Los expertos occidentales priorizan la hipótesis de una operación rápida, sin esperar al concurso de la UE (Alemania siempre es reticente a este tipo de operaciones), y liderada por una coalición ad hoc que tendría el apoyo de países de la región como Turquía.

En la retina los bombardeos aéreos contra Serbia y Kosovo en 1999, sin mandato de la ONU y con la oposición de Rusia.

Implicaciones regionales

Por de pronto, Ankara mostró su entusiasmo por integrar una coalición de este tipo y los jefes de Estado Mayor de los ejércitos de una decena de países están reunidos desde ayer en Amman, capital de Jordania, para analizar los distintos escenarios. Junto a EEUU, Gran Bretaña y Estado francés, participan los altos responsables militares de Alemania, Canadá e Italia y, ya en el ámbito regional, Arabia Saudí, Qatar y el propio Ejército turco.

Israel consideró «claro como el agua» que el Ejército sirio empleó armas químicas contra civiles, aunque aseguró preferir quedarse al margen de los conflictos regionales, consciente de la volatilidad regional y de que no existen alternativas que considere «buenas». El ministro de Asuntos Estratégicos e Inteligencia, Yuval Steinitz, se negó a «dar consejos a Europa o EEUU».

Irán advirtió de que «toda errónea interpretación abocará a la región a una situación complicada y peligrosa».

El FPLP-CG (Comando General), con base en Damasco, advirtió de que considerará «objetivos legítimos los intereses de todos los que participen en la agresión a Siria».