Los actores australianos han solido tener problemas de adaptación en Hollywood, sobre todo Mel Gibson. Russell Crowe es otro que suele estar enfrentado con la prensa, no así su amigo Hugh Jackman, quien mantiene una mejor relación con los medios. Desde su llegada a Los Ángeles con el nuevo milenio ha sabido soportar la presión mediática de manera ejemplar.

En cuanto las publicaciones sensacionalistas se enteraron de que estaba casado con una mujer catorce años mayor que él fueron a por la pareja. Deborra-Lee Furness nunca ha entrado en el juego, y lo más que le han sacado en sus declaraciones es que le molesta que su marido esté en mejor forma física que ella. El tono ofensivo de algunos libelos la ha obligado a negar públicamente que Hugh Jackman sea gay, algo con lo que se especulaba maliciosamente debido a que el matrimonio no tiene descendencia biológica y sus hijos son adoptados.

La duradera y estable relación que tanto asombro causa en el mundo de la farándula se inició en 1995, cuando ambos coincidieron en el plató donde se grababa la serie de televisión «Correlli». Entonces Deborra-Lee era más conocida para el público australiano que el primerizo Hugh. Pero el futuro Lobezno no solo era a mediados de los 90 un actor televisivo en ciernes, ya que se inició simultáneamente en el teatro musical , representando «La Bella y La Bestia», «Oklahoma» y «Sunset Boulevard». Al marchar a los Estados Unidos, debutó en Broadway con «Carousel», para obtener acto seguido un premio Tony gracias a su interpretación del compositor Peter Allen en «The Boy from Oz». Ya en el 2009 se hicieron muy famosas sus representaciones de «A Steady Rain», junto al actor inglés Daniel Craig, debido a lo visitado del vídeo en que se veía como llamaba durante una de las funciones la atención a un espectador, por no haber apagado su móvil, interrumpiendo con el sonido de la llamada la obra.

Más recientemente, y para preparar vocalmente su papel de Jean Valjean en la película «Los miserables», creó un espectáculo a modo de monólogo cantado que llamó «Hugh Jackman on Broadway». Su exhibición en solitario fue tal, que Stephen Schwarz ha compuesto un nuevo musical pensado para su exclusivo lucimiento y que se estrenará el próximo año bajo el título de «Houdini».

Quienes no hemos tenido la suerte de disfrutar en directo de la capacidad escénica y vocal de Hugh Jackman, nos dimos por satisfechos al verle presentando la ceremonia de entrega de los Óscar del 2009. Es un auténtico showman: canta, baila y enamora. Pocos meses antes la revista «People» le eligió como el Hombre más Atractivo del Mundo.

La pregunta que queda en el aire es evidente: ¿Por qué no ha hecho mejores películas teniendo tantas facultades y semejante versatilidad para la interpretación? Tal vez le haya perjudicado el encasillamiento dentro de la franquicia de superhéroes «X-Men», con las limitaciones inherentes a una caracterización procedente del cómic como lo es la de Lobezno.

Por otro lado, se ha hablado mucho de su parecido con el joven Clint Eastwood. Siendo cierto, cabe matizar que Eastwood, aún siendo músico, solamente protagonizó una película musical: «La leyenda de la ciudad sin nombre». Y lo hizo, porque era un western.

Cuando ha sido dirigido por cineastas importantes (Bryan Singer, Christopher Nolan, Darren Aronofsky, James Mangold, Woody Allen, Wayne Wang, Matthew Vaughn, Tom Hooper) no ha coincidido con películas susceptibles de figurar entre lo más selecto de sus respectivas filmografías.

Aparte del desaprovechamiento de Hugh Jackman por parte de Hollywood, el cine australiano tampoco le ha sacado todo su potencial. El fracaso internacional del ambicioso melodrama épico de Baz Luhrmann «Australia» resulta bien sintomático. Y eso que hizo causa común con su buena amiga Nicole Kidman, otra australiana a la que le cuesta lo suyo sobrevivir en la meca del cine.