La negativa del Parlamento británico a la guerra en Siria es un serio contratiempo para Obama
El jefe de la diplomacia de EEUU, John Kerry, se adelantaba ayer a la ONU asegurando que el ataque químico de Damasco fue obra del Gobierno sirio para justificar la intención de su país de atacar al país árabe, al igual que el Estado francés. Sin embargo, el rechazo de la Cámara de los Comunes británica a la moción del Gobierno de Cameron para autorizar un ataque armado en el país árabe, seguida del desmarque de Alemania del ataque, es un serio revés para la dinámica intervencionista de Occidente. La participación de Gran Bretaña ha sido decisiva en todas las intervenciones militares encabezadas por EEUU en los últimos 25 años; pero ahora, un Parlamento que siempre ha apoyado esas operaciones, con varios votos del partido del Gobierno unidos a los de la oposición, parece haber aprendido alguna lección de esas intervenciones. La falta de evidencias que «justifiquen» el ataque contrastan con las tristes y desastrosas consecuencias de los mismos. Está por ver la incidencia práctica de la posición británica en la decisión final del presidente Obama; en cualquier caso, a la ilegitimidad de sus intenciones y a la falta de aprobación de la ONU se le suma el abandono de un incondicional.