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Maite Soroa | msoroa@gara.net

«Euskera contra hijos de guardia civil»

Una no sabe muy bien que les ha hecho el euskara a cierta gente y se pregunta qué culpa tendrá nuestra lengua, tan perseguida y apaleada durante décadas y aun hoy proscrita en territorios de Euskal Herria. Pero por la insistencia que muestran ciertos medios y por los casos que presentan para sustentar ciertas acusaciones, una llega a la conclusión de que la fobia al euskara no conoce límites. Odian al euskara, no encuentro otra explicación. Lean, lean, y ustedes dirán.

»El Mundo» llevaba ayer a toda página impar un titular que llamó mi atención: «Mis hijos no pueden estudiar en el País Vasco porque no saben euskera». Leí el artículo y una se encontró con la esposa de un guardia civil destinado en Gasteiz que anuncia su «pelea», contra viento y marea y todo tipo de burocracias, para que sus hijos puedan seguir estudiando en Gasteiz sin saber euskara.

No contenta con exponer su «dramático» caso, adjuntaba una carta abierta al ministro de Educación español Wert, el mismo que se hizo tristemente famoso por su afán de españolizar a los niños, en la que le echaba drama y teatro al asunto hasta alcanzar un nivel esperpéntico.

«¡Ayúdenos, señor Wert!», decía la esposa del guardia civil destinado en Gasteiz. Dice que uno de sus hijos perdió «la ilusión por estudiar» al saber que iban a ser examinados en la asignatura de euskara y a otro «que no tiene la asignatura de lengua vasca aprobada» no le dan la posibilidad de seguir estudiando. ¡Que malvado el euskara! Quita ilusiones, expulsa a jóvenes del sistema educativo y «obviamente», como «no se oye en la calle»...

El caso de los hijos del guardia civil y su esposa termina con esta implorando ayuda a Wert. «Es usted mi última esperanza», dice, para a continuación hacerle la pelota «defiende, valientemente y en solitario otras políticas educativas» ( un remake de la infausta Formación del Espíritu Nacional franquista) y suplica su concurso porque «todo un ministro de Educación de España» puede «solucionar esta injusticia».

Y digo yo que estas «víctimas del euskera» y su padre y todos sus compañeros de armas, todos juntos, podrían dejar al euskara, y a todas y todos, en paz. Simplemente marchándose.

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