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RUGIDOS ROJIBLANCOS

Ante nuevos contextos, cambio de preguntas y respuestas

 

Beñat ZARRABEITIA Periodista y socio del Athletic

La situación vivida con Herrera ha colocado al Athletic ante un brete mucho más complejo que el derivado de una Liga desigual marcada por un duopolio. Y es que, como consecuencia de dicho esquema, el fútbol global se encamina de forma inexorable a un espacio donde alrededor de 12 marcas casi multinacionales dominan la escena y se refuerzan esencialmente con los productos creados por otros, viéndose especialmente castigados aquellos que logran coyunturalmente buenos resultados deportivos y cuyo rendimiento decrece tras su descapitalización en forma de venta de jugadores.

Habrá quien señale que esto ha ocurrido siempre y en cierta medida puede tener razón. Sin embargo, nada es igual, y el contexto actual es completamente diferente al de hace 40, 30, 20 e incluso 10 años. Por ejemplo, la creación de la Champions de 32 ha colocado en una posición a los más poderosos económicamente, ya que ahora, salvo hecatombe, nunca faltan a la máxima cita continental. Algo que les retroalimenta y refuerza su posición de ventaja.

Pero más allá de eso, en la propia Liga se abolió el derecho de retención en 1986. Una medida lógica ya que partía de un fútbol proteccionista con un esquema heredado del franquismo. Y eso pudo perjudicar al Athletic en cierta medida, pero tampoco es el único factor a tener en cuenta. Ya que nunca se habla del socioeconómico, si Bizkaia acogió a miles de inmigrantes del Estado español, era porque aquí existía una oportunidad para una vida mejor que en sus lugares de origen. Y una mayor calidad de vida incluye mejor alimentación, recursos u oportunidades y, en consecuencia, un desarrollo físico y personal más alto.

Si a lo anterior le añadimos la apertura de instalaciones en su día vanguardistas como las de Lezama, incorporaciones como la de Manolo Delgado o viajes como el de Clemente a aprender de Bobby Robson, el Athletic contaba con varias ventajas competitivas: la identificación social, los medios técnicos y una materia prima con mayor potencial en muchos casos. Sin embargo, eso tampoco fue una garantía eterna.

Y es que más allá del derecho de retención o la llegada de la Ley Bosman -antes se abolieron leyes proteccionistas o con la caída del Bloque del Este se incorporaron al mercado cientos de nuevos, buenos y baratos futbolistas que antes no podían abandonar sus países hasta una vez superada la treintena-, la entrada del Estado español en la UE, el café autonómico para todos, la burbuja de la construcción o los avances metodológicos, técnicos, de captación e instalaciones por parte del resto llevó a que equipos otrora muy retrasados respecto al Athletic igualasen sus fuerzas. La competencia creció y desde Ibaigane se reaccionó tarde en muchos casos. Hoy no puede volver a repetirse esa falta de reflejos.

Tras verle las orejas al lobo y merced a un gran trabajo en silencio, Lezama sigue generando futbolistas de primer nivel. Sin embargo, la sombra se cierne en un futuro inmediato respecto al mantenimiento de los mismos en el club.

Debería ser algo que viene de serie, pero al no haberse conseguido en todos los casos, el club podría convertirse en un exportador más para las grandes multinacionales del fútbol.

Hay que marcarse el reto de encontrar fórmulas novedosas para que los jugadores se empapen del rol social que cumplen vistiendo la camiseta rojiblanca. Y lo hagan desde el momento que entran por la puerta de acceso a Lezama. En ese sentido, los futbolistas de la primera plantilla, exjugadores, la creación de embajadores internacionales del club y el departamento de comunicación del club pueden jugar un papel fundamental si se establece una estrategia definida en ese apartado.

El Athletic no es el Manchester United ni tiene porqué serlo. Simplemente, tiene que explotar sus virtudes y elementos de identificación, que son muchos.

Y quizá deba hacerlo de otra forma a la actual. Innovar desde las raíces y buscar un feedback continuo respecto a su entorno. Siendo su política deportiva contracultural y estando necesitado de una renovación constante para no quedarse atrás, al Athletic le toca profundizar en su propia identidad. Siendo el reforzamiento de su marca y valores, mediante la comunicación interna y externa en el espacio global, uno de sus principales retos.

Se trata de seguir haciendo el camino de siempre pero sin orejeras ni una venda en los ojos, el contexto ha cambiado y el Athletic debe reforzar su política deportiva haciéndose nuevas preguntas para encontrar respuestas con las que el club salga fortalecido.

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