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Crónica | Comienzo de curso en AEK

«El `euskaldunberri' es un tesoro que debemos cuidar»

Un año más el euskaltegi abre sus puertas a partir de octubre a todos aquellos que quieren introducirse en el mundo del euskara. Tres «veteranos» animaron ayer desde Iruñea a sumarse a una vivencia que ya más allá de la educación al uso: clases sí, pero también potes, bertsos...

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Aitor AGIRREZABAL

Txini Rubio, Rakel Arjol y Raul Fernandez. Tres nombres que un día entraron por la puerta del euskaltegi con ambición de aprender y salieron de allí con el dominio absoluto del idioma. Los tres coinciden en el orgullo que les provoca poder decir que son euskaldunes. Y destacan un reto donde no solo el aprendizaje del idioma ha sido satisfactorio, sino que el propio ambiente generado y vivido ha resultado una gran experiencia.

Txini llegó hace más de 20 años al centro del barrio de Iturrama sin conocimiento alguno, pero atraído por el ambiente euskaltzale mamado en casa: «Quería hablar y vivir en euskara». Dicho y hecho. No solo aprendió, sino que tras ser ikasle ha pasado a irakasle de AEK.

Rakel estudió en una escuela de modelo A: «No logras aprender, pero yo lo deseaba y en tres años en el euskaltegi me saqué el EGA», apunta. No obstante, conseguir el título no es el único objetivo con el que la gente llega a esta gran familia que es AEK; muchas veces atrae más ser capaz de mantener una conversación, conocer gente o acercarse a la cultura vasca, metas que han alcanzado los más de 50.000 alumnos que han pasado por ahí en sus casi 40 años.

Los tres subrayan el grupo de amigos hechos en el euskaltegi como otro punto importante en este proceso. En el caso de Txini, incluso conoció aquí a su pareja: «Nos encontramos en AEK y, además, esto nos permitirá poder hablar en euskara con el hijo que tendremos».

El método utilizado en el euskaltegi es la clave del éxito para Raul: «Desde el principio hablas en euskara y ver el progreso tan pronto te motiva a seguir hacia adelante». Llegó también en busca de una vivencia y salió con ella: «Quería vivir y trabajar en euskara. Ahora me siento en casa en toda Euskal Herria».

En este sentido, Rakel destaca los barnetegis: «Además de aprender el idioma, los amigos que haces, los fines de semana vividos en barnetegis...» Historias de cerveza, sidrerías o bertsolaris... Y, sobre todo, historias en euskara.

El pasado jueves, el lehendakari, Iñigo Urkullu, participó en un acto de homenaje y agradecimiento al euskaltegi de HABE de Lazkao. Rubio matiza que en su opinión «el euskaltegi y el euskara están vivos gracias al esfuerzo del pueblo y no al Gobierno Vasco ni al de Nafarroa». Eso sí, se muestra agradecido al trabajo de AEK durante tantos años porque valora que «además de a euskaldunes, ha formado a personas».

Miedos y risas

¿Una perspectiva idílica? Maticemos. El miedo a los inevitables errores, a no progresar, suele ser uno de los principales problemas que se encuentran los que llegan al euskaltegi. Pero los protagonistas de esta animada tertulia coinciden en que eso se pierde rápido. «Yo tengo envidia de los nuevos alumnos. Pasaría de nuevo por todo el proceso. Con la primera cena de clase se acaba el miedo», recuerda Txini.

A base de algún que otro susto... y de las conocidas habilidades de AEK para lograr deshibiciones rápidas. Y dejando no pocas anécdotas jocosas. «Era la primera semana de clase y el jueves ya quedamos para tomar un pote. Tratábamos de hacerlo todo en euskara y un compañero entendió mal tanto la hora como el lugar donde quedamos», cuenta Rakel sin querer dar nombres (parece que ya echaron entonces suficientes risas a su costa). El profesor les había recomendado que lo primero que debían estudiar eran las horas.

Hablando de potes (las horas extraescolares entre pintxo y trago son claves en el proceso de aprendizaje del euskaltegi), Fernandez recuerda cómo perdía minutos repitiendo en su cabeza la frase que debía decirle al camarero. Al principio, hasta un ritual como pedir, preguntar cuánto es y pagar se complica si es en una lengua poco conocida. El proceso comunicativo con el camarero tenía su momento más complicado cuando el camarero trasladaba la cuantía. Rubio recuerda cómo cuando llevaba el bote y debía soltar el dinero, pagaba con el billete más grande: «No sabía qué me había dicho, pero así me aseguraba quedar bien». Hoy los números ya no tienen secretos.

Pese a la mítica frase de Joxean Artze de que un idioma no se pierde si la gente no lo aprende, sino cuando dejan de hablarlo los que lo conocen, el valor de los nuevos euskaldunes es tremendo. Txini afirma tajante que «el euskaldunberri es un tesoro que debemos cuidar». Recuerda Rubio un bertso-saio al que acudió con el euskaltegi. Un bertso se le quedó clavado: «El euskara más bonito es el del euskaldunberri». «Animatu!», concluyen.

 

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