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La espantada

Ramón SOLA

Vamos a ver. El PSE hablaba todos los días con HB en las instituciones en los primeros 80, cuando morían entre otros muchos Enrique Casas o Santi Brouard. Al final de la década, Felipe González pasó de hablar a negociar, y no con HB sino con ETA, en Argel, quince meses después de Hipercor. Diálogos, contactos, tomas de temperatura... siguieron puntualmente en los 90, otra década de plomo. Allá por 2001 fueron Nicolás Redondo Terreros y «Txiki» Benegas, no solo Jesús Eguiguren, quien volvió a hablar con Batasuna, mientras ETA mataba a Froilán Elexpe o José Luis Caso y mientras el propio PSOE diseñaba junto al PP la ilegalización. Un presidente español del mismo partido protagonizó el más largo proceso de negociación con ETA de la historia, de 2005 a 2007; José Luis Rodríguez Zapatero siguió incluso después de la T-4. En resumen, el PSE, el PSN, el PSOE se ha sentado con la izquierda abertzale al completo en todo tipo de coyuntura, con guerra sucia y limpia, con muertos sobre la mesa de un lado y de otro, en público y en privado. Siempre.

Ahora ese mismo PSE anuncia que no se sienta en la ponencia. La excusa no puede ser más ridícula y forzada: las reivindicaciones políticas en las fiestas de verano (seguramente también, por lo que sea, menor que nunca). Razones personales -los intereses particulares de Patxi López en su campaña estatal- o incluso partidistas -el temor evidente a perder votaciones en ese foro parlamentario- se quedan escasas ante tamaña incongruencia. Probablemente solo lo haga para intentar apropiarse el tanto cuando la izquierda abertzale dé nuevos pasos en próximos meses -obviamente no porque se lo exige el PSOE, sino porque está desplegando una estrategia propia que es pública y notoria-. Y con ello, su espantada da la medida de unos políticos espantosamente incapaces de tomar iniciativas propias. Políticos que no se escapan de una ponencia, se escapan de hacer política.

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