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Raimundo Fitero

Chimenea

 

Entretenimiento formativo. Una vez más rebrota la duda sobre la relación de cada individuo con el electrodoméstico esencial. ¿Qué espera un ciudadano de la televisión? ¿Qué busca en ella? ¿Por qué existen unos hábitos rutinarios que pasan irremediablemente por situarse frente a la pantalla y buscar algo para entretenerse? ¿Cómo es posible que existan tantos seguidores incondicionales de «Águila Roja», una de las series más tramposas, más cutres y peor interpretadas de la historia reciente de la televisión?

Leo a un comentarista asegurar que en Catalunya se siente a TVE como una intrusa politizada y que por eso no se ve. ¿Es acaso libre de esas acusaciones TV3? Cada uno se deja mecer la cuna por la mano que quiere. Elige en cada gesto con el mando a distancia su disposición a recibir doctrina. Lo realmente significativo es que se acaba sucumbiendo al monstruo, a la dependencia de la televisión como servidora de información, entretenimiento e ideología camuflada. Es un asunto transversal, que acaba creando un estado de opinión por encima de la presunción de ideología particular de cada uno.

Quizás las encuestas de opinión, de intención de voto, tengan algún valor demoscópico, que marquen un camino, pero si los estrategas se mirasen los datos de audiencia televisiva, podrían darse cuenta de qué está sucediendo realmente en la masa crítica votante. Recurriendo a un tautología utilitaria, uno no es aquello que dice ser políticamente, sino lo que hace con su mando a distancia. El estado de postración física en la que se cae frente al electrodoméstico es una señal de la entrega a lo que escupe ese rectángulo que no para, a esa visita parlanchina que nos hipnotiza con sus cambios de planos e iluminación.

Contemplé hace unas semanas en el aeropuerto de Holstebro en Dinamarca una instalación artística y uno de los elementos era una pantalla de televisión donde se veía una chimenea quemando troncos. Fascinante, te atrapa, puedes pasarte horas viendo esas imágenes evocadoras. Una idea pragmática de lo que es la televisión, algo inane que te crea una ilusión mental que te deja sin defensas para la recepción de mensajes de toda índole.