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Crónica | Photowalk por Bilbo

Recorrido por los núcleos de la fotografía contemporánea

El estudio de Carlos Terreros y el Centro de Fotografía Contemporánea de Bilbo fueron los escenarios del tour de Photowalk. Un grupo de aficionados a la fotografía charló con el artista, descubriendo así su manera de trabajar. también conocieron de primera mano la escuela del ensanche.

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Jonebati ZABALA

Photowalk no solo quiere acercar la fotografía a la gente, sino que también a los fotógrafos y su forma de trabajar. Acercarse a un estudio y ver de qué manera trabajan los artistas. Se hacen talleres y conferencias, pero no hay nada como estar in situ en el lugar de trabajo. Dentro de la programación del festival de fotografía Getxophoto, una veintena de aficionados a la fotografía pasaron la mañana del sábado conociendo más a fondo ese mundo.

Esta edición han contado con la participación de Carlos Terreros, un asiduo de Getxophoto. El fotógrafo bilbaino tiene su estudio en Deusto. Un sofa, dos ordenadores, fotos, catálogos, focos, un ventanal con vistas a la ría de Bilbo... Todavía no está del todo acabado, ya que Terreros se instaló en julio. Trabajará junto con otro fotógrafo y una ilustradora, «ahora que se lleva tanto el coworking».

Centro de encuentro

El Centro de Fotografía Contemporánea de Bilbo (CFC) es la segunda y última parada del tour. El director y también fotógrafo, Ricky Dávila, dio la bienvenida al grupo. El CFCBilbao se inauguró el pasado mes de enero, y ha surgido con la vocación de convertirse en un foro de encuentro, reunión y formación en torno a la fotografía. Ubicado en el emblemático Edificio Ensanche, el espacio está dividido en escuela de fotografía y sala de exposiciones. Está última se inauguró el pasado jueves y tendrá exposiciones fotográficas bimensuales. La actual, «Flores en el asfalto», es una especie de imaginario urbano visto por cinco fotógrafos muy distintos; Vicente Paredes, Ernesto Valverde, Aitor Ortiz, Alberto García-Alix y Carlos Cánovas exponen varios trabajos.

Hasta ahora han pasado más de medio centenar de alumnos por el centro. Este curso empiezan ya las matrículas; modulos trimestrales, talleres, y cursos anuales. «Hay que esperar a la inercia en Bilbo, hasta que todo se direccione, y lo está haciendo, Hasta ahora se ha apuntado gente que da tres horas semanales de clase, como una segunda opción», señala Dávila. Quieren complementar eso con gente que utilice la plataforma para formarse durante un año entero. «En Gasteiz hace diez años que hay educación fotográfica, hay una comunidad crecida de gente que sabe, aquí esa comunidad existe también pero no está formada».

Ser fiel al estilo de uno mismo es la filosofía de Dávila. «Cada uno tiene que utilizar la fotografía para dar cuenta de quién es, no sacrificar su propia identidad para cumplir no se qué canon de lo correcto».

«La fotografía no es atributo de lo profesional, no ponen en un plano superior a alguien que no es profesional, un profesional lo único que tiene de diferente de un no profesional es que es un mercenario fotográfico muy resuelto para trabajar para los demás». Dávila critica ciertas «escalas de valores»: donde el fotógrafo amateur está en la inferioridad, el de bodas también, el fotoperiódista también, el de moda, todos están por debajo del artista». Esas jerarquías son «absolutamente chorras», según el director del centro.

 

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