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Oportunidad a la diplomacia en un mundo complejo y multipolar

Cuesta creer que un aparente lapsus verbal o una declaración accidental pueda cambiar el curso de una guerra que hasta hace pocos días se presentaba como inminente. Según el relato, el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, que visitaba Londres tras la histórica humillación que el Parlamento infligió a David Cameron al negarle el apoyo para la guerra en Siria, manifestó que poner el arsenal de armas químicas de Siria bajo control internacional para después inutilizarlo podría parar la guerra. Rusia cogió el guante, la ONU animó la jugada y finalmente Siria mostró su conformidad. Aunque la propia Administración norteamericana dijo en un momento que lo declarado por Kerry era algo retórico y sin consistencia, lo cierto es que el desarrollo posterior de los acontecimientos parece que ha alejado, al menos por el momento, la amenaza de una guerra sobre otra guerra.

Ironías de la vida, Putin echó un capote a Obama y le ha ayudado a salir de un atolladero. Con la opinión pública doméstica ampliamente en contra de la aventura bélica en Siria, sin tener el apoyo de la Cámara de Representantes asegurado y con una comunidad internacional dividida y muy escéptica, Obama no lo tenía fácil. Ahora puede agarrarse a la percha de que gracias a su postura dura e intransigente, Al-Assad ha dado su brazo a torcer. Pobre argumento, en todo caso.

Con un suspiro de alivio que recorre las principales capitales del mundo, y también el de la inmensa mayoría de la ciudadanía de Euskal Herria, instalada la pausa en la maquinaría de guerra y abierto el canal diplomático para una hipotética solución de compromiso, el escenario efectivamente ha cambiado. Parece que a partir de ahora se presenta un largo proceso de negociaciones, de recriminaciones mutuas, de inspecciones y traslados de materiales. Quizá durante meses, puede que para años. Mientras tanto no habrá ataque abierto de EEUU, tampoco una guerra regional. Aunque Siria seguirá desangrándose en una guerra endiablada.

Hay solución entre la multitud de amenazas

Israel está furiosa. En los últimos días se multiplican las voces que dicen que la posición de Obama es la del «medio embarazo» y lo acusan de no tener colmillo, de ser es un presidente «debilucho», un «cobarde». Si Siria, defienden los gobernantes israelíes, ha cruzado la línea roja, ¿quién va a creer a Obama en la línea roja mucho más ancha que ha dibujado en el dossier nuclear iraní? En realidad, aunque con un perfil público bajo, Israel no ha dejado de mover los hilos en Washington y sobre el terreno en Siria. Su apuesta siempre ha sido la de que el resultado final de la guerra en Siria fuera la falta de resultado, que los dos bandos pierdan, o al menos, que no gane ninguno de los dos. Y mientras tanto apuesta por que Siria sangre hasta desangrarse, hasta que llegue al colapso. La debilidad de la región es parte de su fuerza.

Pero independientemente de que Israel no haya, por el momento, arrastrado a EEUU a un bombardeo masivo contra Siria, el hecho de que rusos y norteamericanos trabajen juntos en el dossier sirio -al menos en el desmantelamiento del arsenal de armas químicas de Siria, que acaba de solicitar formalmente su adhesión a la Convención sobre Armas Químicas- deja margen para pensar, con cautela, con mucha cautela, que pueda haber una solución. Que pueda imaginarse una iniciativa conjunta de las dos potencias para eventualmente alcanzar un compromiso que permita vivir a todos los sirios en paz, independientemente de las líneas confesionales y étnicas. Un escenario muy complicado en el que la soberanía y la democracia siguen siendo, como en el resto del mundo, las claves básicas.

No obstante, la historia muestra que las soluciones de diseño de la comunidad internacional no suelen atender a las realidades de los países en conflicto, sino a las urgencias, a los intereses y a los equilibrios de poder de dicha comunidad. La estabilidad es un criterio importante, pero a menudo solo retrasa los conflictos larvados y sostiene injusticias injustificables.

El cambio de juego que ha experimentado la guerra de Siria tiene además otras implicaciones. Ha confirmado que la era de la superioridad incontestable de EEUU ha terminado. Aun cuando su dominio global no tenga rival, no puede por sí sola marcar su camino, imponer su agenda. La pérdida de poder y de control de la situación ha quedado evidenciada en cómo ha actuado y gestionado esta cuestión Obama.

Que sirva de inspiración

La intervención bélica que estaba en ciernes parece que se aleja mientras se abren ventanas de oportunidad a la vía diplomática y a una solución de compromiso. El giro que ha experimentado la situación es positivo. Aunque solo sea porque la mejor guerra es aquella que se evita. Y aunque es previsible que aquellos que han visto interrumpidos sus planes de guerra vuelvan a la carga para volver a tomar iniciativa, las lecciones que deja lo acontecido en los últimos días pueden y deberían servir de inspiración.

Para continuar con los esfuerzos para que la diplomacia prevalezca sobre fanfarrona intimidación bélica, y el desarme mutuo sobre las guerras sin fin. Si la gente alza su voz y grita no a la guerra, puede cambiar el sentido de las decisiones de sus gobernantes. Si la gente realmente quiere la paz, es posible conseguirla. En Siria y en cualquier rincón del mundo.

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