EEUU estuvo cerca de detonar por accidente una bomba atómica en 1961
El debate sobre el desarme podría reactivarse por enésima vez después de que el diario «The Guardian» divulgara que la aviación estadounidense estuvo a punto de detonar de forma accidental una bomba nuclear de cuatro megatones sobre Carolina del Norte en 1961.
GARA |
El 23 de enero de 1961, tres días después de la asunción de la Presidencia de EEUU por John F. Kennedy, dos bombas de hidrógeno Mark 39 cayeron accidentalmente sobre la ciudad de Goldsboro desde un bombardero B-52 de las Fuerzas Aéreas estadounidenses, que sufrió una avería cuando sobrevolaba Carolina del Norte.
Según documentos desclasificados divulgados por «The Guardian», cada uno de los dos explosivos que cayeron tenían una potencia 260 veces superior que la bomba lanzada en Hiroshima años antes y uno de ellos comenzó el proceso de detonación.
Aunque el Gobierno de EEUU ya había reconocido aquel accidente, nunca hizo público lo cerca que el artefacto estuvo de ser detonado por accidente y, por el contrario, siempre negó que se hubieran puesto en peligro vidas de ciudadanos debido a fallos en los sistemas de seguridad.
Al averiarse el avión, una de las bombas descendió del aparato de igual manera que si hubiera sido activada a propósito y fue un interruptor de bajo voltaje el que finalmente logró evitar que el artefacto explosionara y ocasionara, según «The Guardian», una catástrofe de dimensiones increíbles.
Estos documentos secretos fueron obtenidos por el periodista de investigación Eric Schlosser, que reveló que un explosivo de ese tipo «habría cambiado literalmente el curso de la historia» de haberse detonado. El reportero realizó el hallazgo mientras investigaba para su nuevo libro centrado sobre la carrera de armamento nuclear. Durante su investigación, halló que entre 1950 y 1968, se registraron al menos 700 accidentes «significativos» e incidentes, en los que están implicados 1.250 armas nucleares.
Parker Jones, responsable de mecanismos de seguridad de las armas nucleares del Gobierno de EEUU, reconoció ocho años después que las bombas no contaban con la seguridad adecuada.
«The Guardian» señaló que el avión implicado realizaba un vuelo rutinario cuando sufrió la avería mientras sobrevolaba Carolina del Norte y que, de haber explosionado, el impacto habría afectado a Filadelfia, Baltimore, Washington y la parte norte de Nueva York.