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Una marea independentista tiñe de azul y blanco las calles de Edimburgo

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Miles de personas se manifestaron ayer en Edimburgo en favor de la independencia de Escocia, un año antes del referéndum que el 18 de setiembre de 2014 permitirá a 5,3 millones de escoceses decidir sobre su posible separación de Gran Bretaña.

«Sí Escocia», un grupo que hace campaña a favor de la independencia de Escocia estimó en 20.000 el número de personas que ayer tomaron las calles del centro de la capital escocesa en una marea azul y blanco que agitaba cientos de banderas escocesas y que marcharon al son de las gaitas. La Policía rebajó a 8.300 el número de asistentes, algunos de los cuales acudieron ataviados con el tradicional kilt (falda escocesa).

Al término de la manifestación, el ministro principal del Gobierno escocés y líder de Partido Nacionalista Escocés (SNP), Alex Salmond, se dirigió a la multitud para recordarle que el voto del 18 de setiembre del próximo año representa «la oportunidad de toda una vida».

«Nosotros somos una generación afortunada», aseguró Salmond. «Para cambiar nuestra comunidad para una mejor, nosotros tenemos una palabra que decir: `sí'», clamó.

Las encuestas de opinión indican que en estos momento un tercio de los 5,3 millones de escoceses se decantan por votar a favor de la independencia.

Sin embargo, Alex Salmond sostuvo que confía en su capacidad para convencer a la mayoría de que la separación de Gran Bretaña aportará beneficios económicos y políticos.

Calum Martin, un estudiante que vive cerca de la ciudad escocesa de Glasgow, declaró a AFP que votará a favor de la independencia porque considera que los escoceses deben tener más voz a la hora de decidir el modo en que se gasta su dinero. «Escocia es un país increíblemente rico. Esta es una oportunidad para hacer un mejor uso de esta riqueza», dijo el joven de 20 años.

Escocia tiene su Parlamento y Gobierno autónomos y gestiona ámbitos como salud y educación, pero no economía, defensa y relaciones exteriores, que son controlados por Londres.

En la cuenta atrás hacia la cita con las urnas que determinará el futuro de Escocia y de Gran Bretaña, las campañas a favor y en contra de la independencia, lideradas por Salmond y por el ministro británico para Escocia, Michael Moore, han elevado su tono para atraer al máximo de votantes.

El nacionalista ministro principal sostiene que Escocia «tiene recursos y talento» para ser un país independiente «de éxito». Ha prometido las primeras elecciones en 2016 y una Constitución escrita que podría ilegalizar las armas nucleares, aunque no ha aclarado la relación del país con la UE y la OTAN.

Los partidarios del «no», apoyados por el primer ministro británico, David Cameron, mantienen que Escocia será más fuerte si continúa ligada a Gran Bretaña junto a Inglaterra, Gales y el norte de Irlanda. Moore achaca a Salmond querer «minimizar el riesgo» de su opción al proponer una Escocia que permanecería bajo la Corona británica, mantendría la libra esterlina y conservaría acuerdos de seguridad social, y le ha criticado por no aportar detalles sobre economía o defensa.

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