Dabid LAZKANOITURBURU | Periodista
Un náufrago a la deriva que mira, nervioso, al reloj
El rotundo éxito de la Vía Catalana del pasado 11 de setembre, más multitudinaria aún que la Diada de 2012, ha encendido todas las alarmas en el unionismo español.
No es para menos. Fiándolo todo a que Artur Mas dé al fin marcha atrás, siguen mirando, nerviosos, al reloj, al transcurrir, inexorable, del tic tac.
La ansiedad es amiga de los exabruptos. Y hemos oído muchos. La estupidez de que los españoles deberían también votar en un referéndum de independencia para Catalunya se comenta por sí sola. Lo de mandar los tanques y a la Guardia Civil movería simplemente a la risa si no fuera porque no hay nada más peligroso que un tonto con pistola.
Consciente de lo delirante de sus amenazas, y de que la sola alusión al «proyecto España» provoca espasmos en Catalunya , Madrid ha decidido tirar por elevación y aferrarse, náufrago a la deriva, al paquebote de la UE.
Mal le debe ir cuando España esgrime como última ratio contra los catalanes su condición de socio de la Unión con derecho a veto. Pero yo que ellos me andaría con cuidado, porque lo que está claro es que a la UE no le gustan los problemas. Y muchos en Bruselas pueden acabar concluyendo que el «problema catalán» no es tal, que lo que realmente existe es el «problema español».
Una conclusión a la que parece que ha llegado la propia Esperanza Aguirre cuando apuesta públicamente por «catalanizar España». Pero ¿no era que había que «españolizar» Catalunya? Hora sería de que el PP se aclare. Pero lo siento, no les queda tiempo. Tic tac, tic tac...