Entre Chávez y Henry Stephen
«Pelo malo»
Mikel INSAUSTI
El cine de la venezolana Mariana Rondón adquiere en “Pelo malo” una dimensión doméstica, al contar una mínima anécdota que se desarrolla en un hogar humilde. La realizadora de “Postales de Leningrado” vuelve a utilizar el punto de vista infantil para hablar de la realidad política de su país. Y si en su anterior trabajo recreaba los años de la guerrilla a través de los juegos de los hijos pequeños de los combatientes, en su nuevo largometraje la uniformidad chavista persigue a un crío que se siente diferente, y al que no le van las gorras militares de la Revolución Bolivariana.
«Pelo malo» transcurre al final del verano pasado, cuando muchos venezolanos y venezolanas se cortaban el pelo al cero en solidaridad con el presidente Chávez, que entonces se estaba sometiendo a la quimioterapia. Junior también acaba con la cabeza rapada, aunque no de forma voluntaria. Su madre le obliga a coger la maquinilla y le convierte en víctima de una educación presentada como sexista y represora.
La alegoría de ese acto, símbolo del poder de los verdugos en los campos de concentración, es reducida a la escala de un costumbrismo de patio vecinal. Ocurre que la obsesión de Junior es alisarse el cabello, que lo tiene rizado (rebelde). Y de puro obsesivo el relato se vuelve repetitivo, a lo que colabora asimismo la abuela, que se empeña en reconducir la incipiente ambigüedad de su nieto por el camino del artisteo, disfrazándole de Henry Stephen para que cante «Mi limón, mi limonero» una y otra vez.
Dirección y Guión: Mariana Rondón.
Producción y Montaje: Marité Ugas.
Intérpretes: Samuel Lange Zambrano, Samantha Castillo, Nelly Ramos.
País: Venezuela. 2013.
Duración: 93 minutos.