Alberto Fernández D´Arlas (*) | ANCORA. ( Agrupación Cívica para la Defensa del Patrimonio).
El festival de cine y el Bellas Artes
Los propietarios y las instituciones deben llegar a un acuerdo para preservar esta joya de la ciudad del cine (puesta en uso, compra, permuta)
Ahora que la ciudad del cine, San Sebastián, se halla en su semana dedicada al séptimo arte, es el momento de recordar la amenaza de derribo que se cierne sobre el antiguo cine Bellas Artes, un patrimonio fundamental de la ciudad y un referente europeo en su género .
El Palacio de Bellas Artes es el cinematógrafo más antiguo que se conserva en nuestro país y uno de los escasos que quedan en Europa, anteriores a la Primera Guerra Mundial. Erigido entre 1913-14 por el célebre arquitecto Ramón Cortázar (autor de algunos de los inmuebles más representativos de la ciudad como el Balneario de La Perla, la Caseta Real, el Centro Cultural Koldo Mitxelena...), goza de una posición muy visible en la trama urbana del área romántica donostiarra, ocupando un estratégico chaflán que abre el ensanche Cortázar.
Equipamiento pionero y firmemente anclado en la vanguardia cultural de su tiempo, su diseño está inspirado en el Gaumont-Palace de París, que fue el buque insignia de la industria cinematográfica francesa y la mayor sala de proyección de todo el mundo. El Bellas Artes es en la actualidad la única «réplica» que existe de aquel referente internacional, ya desaparecido. Confirma el conocido tópico de la impronta parisina de nuestra ciudad y conforma una de sus señas de identidad más características.
Constituye también el último ejemplo subsistente en el País Vasco de los denominados Palaces du cinéma o Picture palaces, grandiosos edificios de estilo ecléctico construidos durante la era del cine mudo (ca. 1910-1930) y antes del advenimiento del Movimiento Moderno en arquitectura. Magníficamente adaptado a un solar triangular, es uno de los primeros edificios de la ciudad con estructura de hormigón armado y con protagonismo del hierro y el cristal, disponiendo de un aforo de 1.426 localidades, cifra récord en su momento. Como en París, la iluminación eléctrica se filtraba por sus grandes cristaleras funcionando como un faro que marcaba el punto máximo alcanzado por el ensanche de la ciudad en el primer centenario de su incendio y reconstrucción.
Dos siglos después, en el Bicentenario, no podemos permitirnos perder una obra que es clave en el patrimonio arquitectónico y cultural de Euskadi: así lo ha reconocido el departamento de Patrimonio del Gobierno Vasco. Hasta ahora la normativa municipal lo protegía pero incomprensiblemente el nuevo Plan Especial del Patrimonio Urbanís- tico Construido (PEPUC), en fase de tramitación, permite a los propietarios su derribo «bien por imposibilidad de mantener en pie su fachada, bien por cualquier otra razón...».
Un amplio sector de la ciudadanía se ha unido para impedir su inminente desaparición, habiéndose recogido más de 10.000 firmas y el apoyo explícito de la UPV, Aranzadi, Eusko - Ikaskuntza, INGEBA, la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial..., y numerosos intelectuales y creadores, incluidos directores de cine como Víctor Erice apoyando «cuantas iniciativas se pongan en marcha para evitar semejante despropósito».
Los propietarios y las instituciones deben llegar a un acuerdo para preservar esta joya de la ciudad del cine (puesta en uso, compra, permuta...). San Sebastián es la ciudad que acoge el Festival de Cine con mayor prestigio y tradición de España, es sede de la Filmoteca Vasca, además de Capital Europea de la Cultura 2016. El palacio de Bellas Artes -que además de cine ha sido sede del Orfeón Donostiarra y de la Orquesta Sinfónica de Euskadi- constituye un legado cultural de excepción que nos dejaron los creadores de esta bella ciudad y que debemos preservar para las generaciones futuras.
Entre todos podemos conseguirlo: salvemos el Bellas Artes.
(*) Montserrat Fornells, Juan Ignacio García Velilla y José María Unsain