RUGIDOS ROJIBLANCOS
Falló el abecé
Gontzal F. ASTORKI Autor del blog «Aquí hay zaparzo»
Oficio. Fue lo único que necesitó el Espanyol de Aguirre para que el Athletic se viese superado de principio a fin del encuentro. Todo ello acompañado de una intensidad marca de la casa del mejicano. Y esa simple mezcla de colmillo retorcido y sudor fue suficiente para desarbolar a un Athletic tiernito, inocente, que se caracteriza tan solo por hacer bien lo que en fútbol es fácil -pases horizontales en el centro del campo- pero que falla irremisiblemente en lo que da el valor añadido: la defensa contundente y la materialización de las ocasiones.
Y no es que el equipo perico sea nada del más allá. Pero sabe competir y demostró que es consciente de que debe emplearse a fondo para ganar los partidos. En el lado contrario el Athletic de Valverde sigue dejando las mismas dudas que cuando los resultados han aparcado el debate para otro día.
Ernesto, del que ya se sabe que en su libreto no existe especial apego por un once tipo, parece no dar con la tecla. Ni de esquema, ni de hombres para cada disposición. Cada alineación, incluso cada convocatoria, parece una caja de sorpresas. Bien es cierto que no hay un solo futbolista que destaque por estar en un momento dulce, pero da la sensación que Txingurri tampoco parece tener claro qué hacer ni con quién contar.
Un ejemplo es la portería, donde cada apuesta del técnico es derribada por los protagonistas, empeñados en cada partido en salir al campo guitarra en mano. Dos minutos, dos, fueron los que ayer tardó Iraizoz en cometer un error de bulto por intentar emular a Christopher Reeve pero sin `S' serigrafiada en la pechera. Ni era el mejor momento para sentar a Herrerín ni Gorka hizo demasiado para cerrar el debate que él mismo ha contribuido a crear.
Otro ejemplo es Aduriz. Una caricatura del jugador que fue la primera vuelta de la liga pasada, cuando se convirtió en sostén del equipo. Trabajador infatigable, algo que siempre se le puede agradecer, se encuentra en una de esas rachas que contagian al equipo. Y el problema radica en que la única alternativa, Sola, al que a priori se supone una capacidad goleadora escasita, está lesionado y por debajo la opción Guillermo no parece convencer en exceso.
Pero el verdadero problema del equipo se encuentra en que la línea llamada a marcar diferencias, el centro del campo -e independientemente de los nombres que lo pueblen- no acaba de dar el plus que se espera y las lagunas defensivas, desastrosas y desesperantes, ligadas a fallos individuales impropios de equipos que pretenden asaltar Europa, una obligación para este Athletic.
El problema no es de esquemas, ni de marcajes individuales, zonales o mixtos. El talón de Aquiles defensivo se encuentra en la forma de defender, incluso de entender el fútbol, de la mayoría de quienes ocupan las posiciones de la retaguardia rojiblanca. Porque a los tres goles encajados con el Espanyol caben ponerles peros, responsables, nombres de futbolistas que pudieron y debieron hacerlo mejor. Y no es nuevo. Porque pasó hace siete días también contra el Celta.
Y es ahí, precisamente, donde no se entiende que a un Valverde al que parece no temblarle la mano a la hora de escribir el once en la pizarra no se le ocurra variar los nombres del centro de la zaga. Gurpegi, al que en actitud no gana nadie, es un jugador lento y muy justo para jugar de central. Y San José, el mejor dotado técnicamente de los defensas, hace con su falta de contundencia -lamentable el pase de ballet en el segundo gol encajado- cuestionar por qué es opción preferencial frente a otros.
Lo contrario pasa con Laporte, circunstancial y lamentablemente desplazado al lateral zurdo, esa zona en la que el Athletic está condenado a asumir que juegue quien juegue fracasa, que a unas condiciones envidiables y muy prometedoras une una exasperante suficiencia que le hace no terminar de progresar definitivamente. Porque antes del mencionado fallo de San José, gran parte de la responsabilidad del segundo tanto espanyolista fue debido a un doble fallo del francés, primero con un despeje excesivamente corto y después por llegar tarde a obstaculizar el centro al área.
En definitiva, que este Athletic, tras cinco jornadas, dispone de más puntos que solvencia y juego, mientras que solo quedan un par de días para intentar repasar lo ocurrido en Barcelona para no repetirlo en casa frente al Betis. La receta, a la hora de escribir, resulta sencilla: concentración, un poco de contundencia y algo más de presión y velocidad. El problema es que a los que se ponen al frente de los fogones siempre se les acaba por quemar el ajo o la cebolla. Sí, el abecé.