Maite Soroa | msoroa@gara.net
Trabajar con cadenas
Si ayer traíamos a esta lupa al niño bonito de «La Razón», Alfonso Merlos, hoy es el turno del enfant terrible de «El Mundo», Salvador Sostres, que a falta de tener una carrera que exhibir en el currículum, ha hecho del insulto y la falta de respeto su profesión. Ayer, sin embargo, comenzaba su columna con alabanzas. ¿A quién? A Esperanza Aguirre, de quien dice que si «fuera presidenta de la Generalitat ya seríamos independientes y si fuera presidenta del Gobierno ya no quedarían independentistas porque la inmensa mayoría podrían sentirse perfectamente cómodos en una España próspera y libre». Fijo que sí. Como la lideresa, como la llaman por sus dominios, resida alguna vez en La Moncloa van a querer independizarse hasta las de Albacete.
El aprendiz de Pedro J., tras cargar contra los mandatarios catalanes, apunta que «la todavía presidenta del PP de Madrid es la única política española que tiene una idea moderna de la libertad, que entiende las condiciones que el individuo necesita para competir y crear riqueza, y que podría liderar la revolución individualista que España necedita». La idea de libertad de Espe es tan tan moderna que no la entiende nadie. Pueden preguntarle por ella a los y las colegas de Telemadrid.
Pero atentos, porque es en el siguiente párrafo donde Sostres saca a paseo la garra peluda: «para encontrar trabajo, y encontrarlo rápido, necesitas volver a sentir el pavor de quedarte sin nada. Para entender que estás hecho de deberes es imprescindible que sepas que todo depende de tu empeño y que nadie vendrá a salvarte». Salvo que seas un banco con deudas, que ya vendrá la administración pública a regalarte nuestro dinero. ¡Qué morro tiene esta gentuza! El seudoperiodista, además, se recochinea y dice que «creo en la caridad pero siempre en ultísima instancia». Es más ultra que los neocon y el Tea Party. Lean si no el siguiente párrafo: «Caridad significa amor y es quererte bien obligarte a intentar tú solo, y empujándote a que te responsabilices hasta las últimas consecuencias de tus actos. Sólo así serás cuidadoso y conservarás tu empleo, evitando las casi siempre evitables bajas laborales, renunciando a los días personales y entendiendo que tu jornada no acaba cuando se hace la hora sino cuando terminas tu trabajo». Apología del esclavismo en pleno siglo XXI. Y habla de libertad... Cuando Pedro J. se canse de pagarle nos vamos a reír.