Al menos 27 personas murieron ayer en ataques y atentados en Irak mientras la ONU denunció que en lo que va de año 5.000 personas han sido expulsadas de sus hogares «en medio de tensiones confesionales crecientes».

Los ataques a dos comisarías en dos aldeas de la provincia de al-Ambar, en la carretera hacia Siria, dejaron un saldo de una decena de policías muertos. Hubo combates mortíferos entre Ejército y yihadistas en las montañas de Hamrine, al norte.

En este contexto, la Alta Comisaría de la ONU para los Refugiados denunció que cientos de familias han huido de Bagdad y de la ciudad sureña de Basora a las provincias suníes de al-Ambar y Saladino.

En sentido contrario, otras familias han huido de la capital iraquí hacia Babilonia, en el sur chií. Pura limpieza étnica.