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Esa cosa llamada tiempo

«About time»

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Koldo LANDALUZE

L ove Actually” no solo supuso un punto de inflexión en la carrera del cineasta Richard Curtis, se convirtió en la «madre» de todas las comedias románticas gracias a un guión coral que abarcaba todos y cada uno de los resortes dramáticos que mueven los mecanismos  de este género que, bien tratado, siempre aporta sorpresas agradables. “Love Actually” también cobró visos de ser una especie de declaración de intenciones por parte de un autor que revelaba lo difícil que podría resultar para él rodar una nueva comedia romántica tras invertir todos sus recursos en un único filme.

Cuatro años después de su segundo largometraje, “Radio encubierta”, el realizador neozelandés ha retornado a la gran pantalla con una nueva comedia que coquetea con lo romántico y lo fantástico. En esta oportunidad, Domhnall Gleeson, actor que pudimos ver en la última versión de “Ana Karenina”, ingresa en la lista de viajeros temporales que sufrirá las consecuencias inevitables que siempre conlleva este fascinante e imprevisible don.  A Curtis no se le puede negar su pericia a la hora de elaborar tramas que cautivan al espectador. Sustentada en un discurso amable, su última película logra eludir en muchas oportunidades las incoherencias que siempre provoca intentar dotar de lógica a lo impredecible y fija su interés en una relación sentimental condenada a ser reiniciada desde cero.  Llegado a este punto, el espectador tropieza con aquel bucle temporal que nos legó la siempre referencial “Atrapado en su pasado”, en la que Bill Murray fue condenado a seducir,  una y otra vez, a Andie MacDowell.

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