Sin hacer un partido extraordinario, Osasuna se lo puso difícil a un Atlético de Madrid que se las prometía muy felices, pero que acabó firmando un partido gris. Solo la estrella de su pichichi, Diego Costa, le permitió seguir sumando de tres en tres. El ariete hispano-brasileño volvió a martirizar a una escuadra navarra -le ha marcado siete goles en los últimos enfrentamientos- que, sin alardes, hizo mejor papel del esperado.

Los rojillos dieron una imagen muy seria durante el primer cuarto de hora e incluso pudieron adelantarse en el marcador. Bien posicionados, la telaraña diseñada por Javi Gracia parecía suficiente obstáculo para un Atlético que no es tan eficiente cuando tiene que llevar la iniciativa. Osasuna se dejó dominar por los anfitriones y, sin ser ser un equipo prodigioso a la contra, sí que fabricó cierto peligro a los de Simeone.

Un cabezazo de Arribas (m.2) en la botadura de una falta que se marchó arriba y, sobre todo, un disparo de Sisi (m.13), que se fue envenenando tras pegar en los dos centrales rojiblancos y acabar repeliéndolo el poste, fueron las mejores oportunidades de que dispuso la escuadra navarra hasta que el Atlético se puso por delante.

El castigo vino, una vez más, de las botas de Diego Costa, una pesadilla para el cuadro rojillo en los últimos tiempos. Todo lo bien que lo estaba haciendo Osasuna se vino abajo en el minuto 18, cuando la línea defensiva no supo cortocircuitar un centro desde la derecha de Juanfran. Arribas no llegó por poco al corte y Lotiés hizo casi la estatua para que el hispano-brasileño colocara a la red. El partido entraba en la dinámica que más le convenía a los locales.

Segunda puñalada

Y el encuentro todavía se puso mejor para sus intereses. No repuestos todavía del 1-0, los de Gracia encajaban el segundo, otra vez llegando la jugada desde el costado diestro, que se convirtió en una autopista mediada la primera mitad. Un centro medido de Koke fue cabeceado con precisión de nuevo por el infalible Diego Costa, hurgando todavía más en la herida.

Dos dianas de diferencia parecían demasiada brecha como para esperar la reacción de un Osasuna al que dos nuevos lances faltos de tensión en la zaga le penaban demasiado. Además, el escaso mordiente ofensivo que hasta entonces había mostrado el cuadro navarro no hacía abrigar demasiadas esperanzas de cara a la reanudación.

Sin embargo, sin excesivo brillo y con el Atlético más relajado, los encarnados consiguieron volver a meterse en el envite, aprovechándose de una jugada a balón parado. Fue al filo del descanso, cuando Puñal sacó una falta muy bien tocada a la que llegó con la espuela Oriol Riera para firmar el 2-1.

De verse casi desahuciado, Osasuna atisbaba, cuando menos, alguna lejana posibilidad para sorprender a un conjunto colchonero intratable en este comienzo liguero. La empresa no era tarea fácil, sobre todo porque al conjunto navarro le costaba horrores dar dos pases seguidos y en defensa no ejecutaba bien el fuera de juego ni las marcas, dejando más de un peligroso hueco.

Más criterio en la salida

Pese a todas esas carencias y a que los de Simeone saltaron con una velocidad más en el inicio de la segunda mitad, dispuestos a dejar finiquitado el choque, Osasuna siguió firme en su idea de mantenerse fiel al plan A establecido entre semana. Con sus más y sus menos, aguantó en la parte de atrás e incluso salió con algo más de criterio a la búsqueda de la meta defendida por Courtois.

A un mano a mano del incombustible Costa con Andrés le sucedió un robo de balón de Armenteros tras fallo de Miranda (m.60), pero el disparo con su pierna mala no encontró portería, aunque sí metía el miedo en el cuerpo a la grada. Otro empalme de Damià, seis minutos después, acrecentaba las dudas de la parroquia rojiblanca y animaba las ilusiones rojillas.

Gracia contribuyó a ponerle salsa a la situación con un primer cambio ofensivo a la búsqueda de la igualada, pero el electrónico ya no se movió. Diego Costa volvió a desequilibrar.