DEBATE DE POLÍTICA GENERAL EN CATALUNYA
Mas señala que «no hay marcha atrás» en el proceso pero evita avanzar
Ni para adelante, ni para atrás. Artur Mas inauguró ayer el debate de política general del Parlament con un discurso en el que reafirmó su compromiso con el proceso soberanista, pero en el que no aportó ni una sola novedad sobre los próximos pasos de la hoja de ruta.
Beñat ZALDUA | BARCELONA
No suele ser buena señal que, después de un discurso revestido de solemnidad, se hable más de lo que uno ha callado que de lo que uno ha dicho. Eso es lo que ocurrió con el discurso del president, Artur Mas, que ayer inauguró el primer debate de política general de la presente legislatura. Lo hizo con una intervención que no aportó novedad alguna sobre la hoja de ruta del proceso soberanista y en el que, por faltar, faltaron hasta las siempre recurrentes metáforas marineras del president.
Mas comenzó su discurso repitiendo, por enésima vez, el diagnóstico compartido por buena parte de la sociedad catalana de que, después de la sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatut, «se levanta un muro en la relación entre la mayoría de la sociedad catalana y el Estado español». «Dicho de otra manera, el encaje solo es posible si Catalunya renuncia a ser un sujeto político», añadió ayer Mas, quien se preguntó, sobre el proceso soberanista, si «alguien realmente se puede sorprender de que hayamos llegado hasta aquí». «Catalunya siente afecto real por España, pero ya no confía en el Estado español», declaró.
Hecho el diagnóstico, Mas quiso dejar claro -por enésima vez también- que el proceso iniciado «no tiene marcha atrás» y que, tras la cadena humana de la Diada, hasta el Estado, «normalmente altivo con las cuestiones nacionales catalanas, casi siempre tan perdonavidas como ignorante, no tiene más remedio que constatar que tiene un problema, y muy grande».
Y para demostrar que no hay marcha atrás, Mas realizó un compendio de las medidas tomadas hasta ahora, desde la Declaración de Soberanía del 23 de enero hasta el último 11 de setiembre, pasando por el Pacto Nacional por el Derecho a Decidir.
El president también recordó que, tal y como lo establecía el pacto de legislatura firmado por CiU y ERC, el pasado 26 de julio envió una carta al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, cuya respuesta se centró, en palabras de Mas, «en una oferta de vías de diálogo y respeto al marco jurídico». «Somos partidarios del máximo diálogo institucional y hemos llegado a presentar hasta cinco vías legales posibles para la realización de la consulta», explicó Mas, quien añadió que, más allá de las negociaciones, la pregunta clave es: «¿Acepta el Estado español una consulta en Catalunya para conocer la voluntad del pueblo catalán sobre el futuro político del país?». «Si no se acepta este principio, por mucha buena voluntad que haya por nuestra parte, ¿qué se puede negociar?», acabó preguntándose.
Nada nuevo bajo el cielo
Llegado a este punto, cuando se esperaba algún tipo de novedad respecto a los próximos puntos de la hoja de ruta -fecha y pregunta de la consulta-, Mas se limitó a realizar un breve repaso del trazado ya conocido. Explicó que «la consulta se debe celebrar en 2014» y que «antes de final de año» concretarán la fecha, el contenido y el marco o marcos legales a utilizar, con el objetivo de conseguir este triple acuerdo «entre todas las formaciones políticas favorables al derecho a decidir».
Repitió también que quieren celebrar la consulta de forma acordada con el Estado, «o como mínimo en un marco de tolerancia». Eso sí, el president añadió: «si ninguna negociación con el Estado es posible, estoy dispuesto a utilizar todos los instrumentos democráticos y legales a mi alcance con el fin de facilitar que el pueblo de Catalunya pueda decidir libremente su futuro como país, incluida la convocatoria de elecciones». Nada nuevo en realidad, ya que Mas ya anunció esta opción en una reciente entrevista radiofónica, aunque ayer se cuidó de referirse directamente a las elecciones plebiscitarias y a la fecha de 2016.
Al final del discurso, buscando quizá la solemnidad que acompañó al del año pasado, Mas declaró que «las minorías no pueden ni deben obstaculizar el camino que las mayorías han decidido emprender» y que «cuando un país se plantea las situaciones históricas que vivimos en Catalunya, solo hay una solución: votar».
Pero eso ya lo dijo el año pasado. De hecho, hace doce meses fue más lejos; en el mismo discurso en el que anunció elecciones anticipadas y ligó su futuro político al devenir del actual proceso, Mas señaló sobre la consulta: «Lo intentaremos hacer de acuerdo con la ley, pero si no puede ser, lo haremos igualmente».
Por lo tanto, más allá de la retórica, el silencio. Consciente de que hablar del contenido de la pregunta -y referirse a la tercera vía propuesta el lunes por Duran i Lleida- generaría serias tensiones en el seno de los partidos favorables al derecho a decidir, así como en la propia federación nacionalista, Mas prefirió no mojarse y dejar el proceso en el lugar en el que está, sin avanzar ni un milímetro más.
Una indefinición contra la que cargarán hoy los grupos parlamentarios. De hecho, ya lo hicieron ayer. ERC mantuvo su tono suave con el President, cuyo «compromiso» celebró su secretaria general, Marta Rovira, aunque le emplazó a ser «más ambicioso». Menos condescendiente, la CUP exigió que el referéndum se celebre antes del 14 de setiembre de 2014 y pidió que el Parlament reconozca la desobediencia «como instrumento válido y legítimo para proclamar la independencia».
El PSC, para quien la propuesta de Duran i Lleida fue un soplo de aire fresco, reprochó a Mas el no haber hablado de la tercera vía defendida por el líder de Unió.
A todos estos reproches se sumarán en la jornada de hoy las críticas a los recortes y la gestión económica, cuya gravedad reconoció Mas, pese a trasladar buena parte de la responsabilidad al Estado español y a la herencia del Tripartit, e intentar maquillar la situación con los escasos datos positivos y con el anuncio -anticipado hace algunas semanas- de que en 2014, supuestamente, «no habrá nuevos recortes.»
Los grupos parlamentarios reprocharán hoy al president su falta de concreción sobre el proceso soberanista, así como los recortes y la gestión económica de sus tres años en el Govern, que dejan como saldo un desempleo que afecta casi al 24 % de la población.
Mas evitó en todo momento referirse a la vía intermedia propuesta el lunes por Duran i Lleida, sabedor de las tensiones que provoca en la misma CiU. Unas tensiones que ejercen de freno e impiden, al menos de momento, avanzar en la agenda soberanista.
El president señaló que «las minorías no pueden ni deben obstaculizar el camino que las mayorías han decidido emprender» y que, al mismo tiempo, «las mayorías deben recorrer su camino haciendo las cosas de manera que las minorías no se sientan expulsadas».
El artículo publicado el pasado lunes por el líder de Unió Democràtica de Catalunya (UDC), Josep Antoni Duran i Lleida, sigue dando que hablar en la escena política catalana. Según informó ayer «La Vanguardia», el nuevo encaje propuesto por el democristiano como tercera vía contemplaría un pacto fiscal, la gestión de las infraestructuras, competencias plenas en cultura, lengua y educación, presencia institucional catalana en organismos internacionales y apoyo a una reforma constitucional que incluya el derecho a decidir. Este encaje debería votarse en una consulta en la que la independencia no sería una opción, por lo que, según las tesis de Duran i Lleida, los independentistas debería votar «no», encuadrándose con los contrarios a cualquier tipo de cambio.
Pese a que una consulta de estas características supondría un espectacular fraude democrático a los anhelos de la sociedad catalana, la propuesta contó con el inmediato visto bueno del PSC, que ve en esta vía el camino hacia un modelo federal que ni ellos aciertan a explicar.
El problema es evidente. Mas no quiere perder efectivos en la lucha por el derecho a decidir antes de tiempo, pero la voluntad de mantener a democristianos y socialistas en el mismo barco obliga a aplazar sine die las decisiones trascendentales, mientras en el otro extremo, ERC aprieta para poner fecha y pregunta -clara e inequívoca- a la consulta. Además, el PSC podría proponer una resolución del debate de política general recogiendo la propuesta de Duran i Lleida, con el objetivo de colocar en un aprieto a los 14 diputados de Unió.
Es improbable que los diputados de Unió se rebelen en esta ocasión y cabe pensar que el debate de política general transcurrirá sin grandes avances ni mayores sobresaltos. Pero el calendario es el que es y a Mas le va a tocar decidirse, ya que resulta difícil pensar que ERC dé su apoyo a los presupuestos sin antes haber clarificado el horizonte de la consulta . B.Z.
En respuesta a la reacción del Gobierno español a la Diada, Mas declaró que tras unas elecciones con una participación del 70 % y con un resultado claramente soberanista, «nadie puede hablar de mayorías silenciosas sobre el futuro político de Catalunya».