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La CDU de Merkel y el Linke luchan por atraer a los socialdemócratas

El ministro de Hacienda, Wolfgang Schäuble, habla de una posible subida de impuestos. Con esta oferta allana el camino para que al Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) le sea más fácil iniciar conversaciones sobre un eventual bipartito con la Unión Demócrata Cristiana (CDU). Pero el SPD piensa consultar primero a sus bases primero. Y luego está el Linke.

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Ingo NIEBEL | COLONIA

Después de que todos aquellos políticos que se hallaban en situación de tener que dimitir lo hayan hecho, el interés de los medios se centra ahora en la siguiente fecha clave, la convención del SPD mañana. En este minicongreso se va a decidir quiénes podría participar junto al presidente de partido, Sigmar Gabriel, en las conversaciones con la canciller Angela Merkel y la CDU sobre un hipotético bipartito.

Se quiere subrayar que se trata solo de conversaciones, pero no de negociaciones porque los socialdemócratas están muy divididos ante la posibilidad de volver al Gobierno como socio minoritario. Los comités regionales de Renania del Norte Westfalia -el más influyente de los 16-, Baden Württemberg y Baviera quieren que la entrada en otra Gran Coalición con Merkel sea sometida a consulta interna.

La decisión se quiere dejar en las bases después de que el SPD saliera del anterior bipartito con la CDU, quedándose con el 23% de los votos. Nadie de la cúpula quiere asumir la responsabilidad si en las siguientes elecciones generales, previstas para 2017, los socialdemócratas vuelven a bajar del actual 25%.

Mientras el SPD debate sobre la forma apropiada de proceder, la CDU ha empezado con los juegos tácticos para dotar a su presidenta del «Gobierno estable» que tanto desea. Ayer, el ministro de Hacienda, Wolfgang Schäuble, insinuó que ya no se opone a una subida de impuestos, aunque no la considera necesaria. Sus palabras son un guiño al SPD, pero también al ala derecha de los Verdes, porque ambos hicieron campaña con esta cuestión.

Paralelamente hay algunas voces, también en la propia CDU, que alientan la idea de un bipartito con los Verdes. Esta opción, que no cuenta con el beneplácito de Merkel, la fomentan asimismo aquellos socialdemócratas que bajo ningún concepto quieren gobernar bajo el mando de la canciller. Pero la líder democratacristiana ha empleado, no solo en campaña, la consigna del histórico canciller de la CDU, Konrad Adenauer: «Nada de experimentos». Y en esta cuestión tiene el respaldo de la mayoría de los alemanes, por motivos económicos y porque los Verdes estén sumergidos en una profunda crisis que acaba de empezar.

Igual que Merkel espera que Gabriel le llame para conversar sobre esa eventual coalición, hay otra persona en el extremo político opuesto que también desea que el SPD le llame. Gregor Gysi, el jefe del grupo parlamentario del partido Die Linke (La Izquierda), piensa que un tripartito con los socialdemócratas y los ecologistas es aún posible. Con él coinciden los dos copresidentes de esta fuerza política -la tercera a nivel nacional-, Katja Kipping y Bernd Riexinger. La primera ha planteado presentar en el nuevo Bundestag una iniciativa para introducir un salario mínimo. El proyecto podría contar con el apoyo del SPD y los Verdes y salir adelante porque los tres partidos sí reúnen la mayoría absoluta.

El anuncio de Kipping es otro juego táctico que aumenta la presión política sobre el SPD, pero parece difícil que la pelirroja copresidenta se salga con la suya porque el SPD sigue sin hacer caso y los medios que sostienen al actual Estado alemán acaban de definir los puntos que el Linke tiene que cumplir para obtener el certificado «apto para cogobernar».

«Misión 2017»

El diario centroliberal de Munich «Süddeutsche Zeitung» habló ayer de la «misión 2017» que Gysi y el dúo presidencial tenía por delante para lograr el deseado título. Como tarea principal, subrayó que el jefe del grupo parlamentario tendría que reducir la influencia de los «duros», que componen un «nido de locos» entorno a la expresidenta de la Plataforma Comunista, Sahra Wagenknecht. La aludida dejó el cargo hace tiempo y ha empleado todos los medios para distanciarse de su pasado. El semanario «Der Spiegel» tildó de «manifiesto ultraliberal» sus propuestas para solucionar la crisis del euro. Gysi pasará esta prueba si consigue presidir el nuevo grupo parlamentario sin Wagenknecht.

Este tema ha provocado la primera bronca en el seno del Linke, informó el diario «Junge Welt», plataforma mediática del ala izquierdista del partido. Según los estatutos, puede haber dos copresidentes y se cree que Wagenknecht podría ser una porque representa al comité regional del oeste más fuerte. El grupo parlamentario se compone de 32 diputados occidentales y el mismo número de orientales, aunque su peso electoral es mayor en el este alemán que en el oeste.

Otro punto clave de la «misión» de Gysi es, según el «Süddeutsche», conseguir el apoyo incondicional del Linke a la moneda única europea. Fue la pareja de Wagenknecht, el dos veces expresidente del SPD y del Linke, Oskar Lafontaine, quien llegó a deliberar en voz alta sobre si algunos países en crisis deberían salir de la zona euro. Recibió un fuerte rechazo desde el sector de Gysi, que evitó también que el elocuente exlíder interviniera en la campaña.

La cuarta condición sine que non es que el Linke reconozca la doctrina oficial de que la extinguida RDA ha sido lo contrario de un «Estado de derecho», lo que en Alemania llaman un «Estado de injusticia». Al respecto, Wagenknecht dijo que nadie en el Linke quería el regreso a la RDA. La mayoría de su electorado proviene del desaparecido Estado socialista.

Reconocer la presencia de Alemania en la OTAN y la participación en operaciones militares bajo mandato de la ONU es otro sapo que Linke debe tragarse, como antes los Verdes. Sobre esta cuestión, Riexinger declaró que la salida de la organización militar no era ninguna «línea roja», sino «un objetivo político». El día de las elecciones afirmó que «se puede hablar» sobre este tema.

La flexibilidad que muestra la cúpula del Linke se explica, en parte, porque ha perdido 1,4 millones de votantes respecto a las elecciones anteriores. 360.000 de ellos se han ido a la euroescéptica Alternativa para Alemania (AfD).

La ya complicada situación del Linke se hará aún más difícil si el SPD entra en el bipartito de Angela Merkel, porque podría terminar la frágil tregua política que existe entre los denominados «reformistas», que buscan la alianza con los socialdemócratas, y los «duros», que prefieren la oposición y el enfrentamiento con el partido de Gabriel.

A principios de octubre, el Linke quiere decidir quién o quiénes presidirán el grupo parlamentario. El 22 de ese mes se constituirá el nuevo Bundestag.

 
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