Me cuesta elegir la palabra adecuada para expresar lo que ando barruntando, pero insistiendo en mi viejo vicio de mirar las audiencias de los canales, del día, de la semana, del mes, del trimestre, siempre me asaltan preguntas sobre dónde colocan el umbral de la rentabilidad los responsables de los canales comerciales y privados, o los de titularidad pública aunque igualmente comerciales. Todo es tan relativo que cuesta entender cuál es el parámetro que usan porque parece que todo depende de las circunstancias.

Pongamos que miramos a ETB, sus dos canales ordinarios, en euskara y castellano y sus otros dos subsidiarios, complementarios, ¿en qué porcentaje de audiencia se considera que la inversión pública merece la pena mantenerse? Parece más que razonable que no se mantenga el mismo criterio para el canal en euskara que para ETB-2, pero ¿en qué se debe diferenciar, en cantidad de audiencia, en calidad de programación, en una utilidad más pedagógica en uno y más de entretenimiento en el otro? Seguro que los directivos se hacen estas preguntas y otras con mucha más enjundia, desde lo técnico a la político Y se las responden. ¿Aciertan en las respuestas?

TVE vive del presupuesto general, con algunas ayudas externas de publicidad encubierta a la que llaman patrocinio. Pero su bajada de audiencia que parece imparable actualmente, la convierte en un instrumento roto, que no cumple sus objetivos. En los canales comerciales, la rentabilidad se puede contabilizar, pero en las públicas, en su estatutos existen otros puntos referenciales otros cometidos, que son precisamente los que se han ido abandonando en el camino. ¿Dónde se coloca el umbral? ¿Cómo analizamos el 8% de media que está teniendo de manera bastante habitual ETB-2?

El deterioro estructural de los entes públicos repercute en las audiencias, eso no hay que dudarlo. Es una cadena de causa-efecto, con retroceso. Pero sin entrar al fondo de la cuestión, se hace cada vez más difícil defender las televisiones públicas debido a sus contenidos tan comerciales y alejados de sus intenciones fundacionales y a la manipulación tan partidista de los asuntos políticos. ¿Son rentables socialmente?