Lo del tanaturismo no me lo he inventado yo, sino que es la propia Kym Vercoe la que define así su peregrinaje por Bosnia buscando restos del conflicto de los Balcanes, y no precisamente en los cementerios. Los busca allá donde la vida prosigue su curso normal, lo que la convierte en una turista australiana visitando paisajes de postal donde nadie ve ya los escenarios del horror bélico.

La actriz australiana se identifica plenamente con la realizadora nativa Jasmila Zbanic, cuya obra está consagrada por entero a retener el dolor para que no sucumba al olvido. Una labor en la cual le viene muy bien el apoyo de una voz extranjera, la de alguien que desde fuera trata de reabrir la memoria histórica mediante una intervención artística.

La película se basa en la performance de Kym Vercoe «Seven Kilometres North-East», concediendo una importancia vital al gesto, a la interpretación poética de la violación y muerte de un grupo de mujeres musulmanas cerca de Visegrado.

El lenguaje simbólico incluye, además de las flores con que serán recordadas en última instancia una a una, luchas testimoniales como la de la reclamación contra la guía turística escrita por Tim Clancy, la cual omitía detalles sobre los crimenes de guerra cometidos en el Hotel Vilina Vlas.

El guía local también se resiste a contar lo que sucedió en tiempos posteriores a los glosados por Ivo Andric en la novela «Un puente sobre el Drina», que le valió el premio Nobel de Literatura. Pero Kym Vercoe es de las que no admiten el silencio amnésico por respuesta.