El primer ministro de Portugal, Pedro Passos Coelho, reconoció en la noche del domingo la «derrota nacional» del Partido Socialdemócrata (PSD) en las elecciones municipales. «Ha sufrido uno de sus peores resultados», subrayó. «Nuestro objetivo era seguir siendo la mayoría en un número de municipios, pero esto no ha ocurrido», manifestó.

Con el 90% de los votos escrutados, el Partido Socialista (PS) obtuvo el 36,66% de los votos y el PSD, el 18,91%. En las elecciones de 2009, el PSD, aliado a otros partidos de derecha, logró la mayoría de los municipios: 139 contra 132 para el PS. El domingo, el partido de Passos Coelho perdió el control de al menos tres ciudades principales; Oporto, Sintra y Vila Nova de Gaia, y retrocedió en Lisboa, donde el alcalde saliente, el socialista Antonio Costa, fue reelegido para un tercer mandato con amplia ventaja sobre el candidato de la coalición gubernamental. En Oporto, la ciudad más grande en el norte del país, el independiente Rui Moreira sorprendió al imponerse a los candidatos del PSD y el PS.

«Oporto ha demostrado que es posible otra forma de hacer política, que los partidos tienen que ser diferentes», resaltó Moreira. Los candidatos del PSD en Oporto y Lisboa hicieron todo lo posible por desvincular los malos resultados del Ejecutivo.

«Sean de derecha o izquierda», los portugueses quisieron sancionar al Gobierno por haber aplicado al pie de la letra las medidas de austeridad prescritas por la troika, comentó a AFP el analista político Antonio Costa Pinto. Muchos optaron por la abstención o por el voto en blanco para mostrar su desacuerdo con la clase política.

«Son siempre los mismos que se presentan para aplicar la misma política», señaló Claudia Madruga, una joven desempleada que votó en blanco.

«Passos Coelho es un títere de Angela Merkel. Ellos ahorran a expensas de los niños, hay clases en Portugal que no tienen un maestro», denunció Alda Camara, profesor de economía.

El primer ministro admitió que esta «derrota nacional» en las municipales es el «precio a pagar» por los recortes. No obstante, aseguró que mantendrá la política de austeridad porque, a su juicio, es «indispensable para superar la crisis económica y establecer la confianza y el crecimiento para Portugal».

Las elecciones se celebraron bajo la mirada de la troika -la UE, FMI y BCE-, presente en Lisboa desde hace dos semanas para un nuevo examen del plan de ayuda de 78.000 millones de euros concedidos al país.