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CRíTICA: «Gravity»

La conquista del espacio le viene grande al ser humano

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Mikel INSAUSTI

Dicen que la ambición humana no conoce límites, ni siquiera ahí fuera, en el espacio exterior. Pero Alfonso Cuarón ha demostrado lo importante que es en el cine, y en cualquier orden de la vida, el sentido de la proporcionalidad. Siempre que los cineastas de distintas épocas han pensado en odiseas espaciales lo han hecho a lo grande, imbuidos por la dimensión infinita del cosmos, hasta que un modesto creador mexicano ha decicido viajar a la termósfera sin despegar los pies del suelo. Por eso, en lugar de ir en pos de lo inabarcable, se ha conformado con contar una anécdota muy sencilla, porque los astronautas no son, al fin y al cabo, más que personas asustadas que sufren de vértigo, en cuanto se alejan del planeta y tienen que orbitar alrededor de él.

Guiado por la mentalidad realista del caminar pasito a pasito, Cuarón ha llegado más lejos que nadie la historia del cine, proponiendo una película distinta a todas las vistas. De entrada rompe con la idea anquilosada de que para hacer ciencia-ficción hay que saltar en el tiempo hacia adelante, ya que se ajusta más al presente incluso que en su anterior «Hijos de los hombres», sin dejar de ser fiel al género anticipativo. De hecho, «Gravity» es una obra tan avanzada, que se sitúa más allá de lo alcanzado en intentos recientes en cuanto a la aplicación tecnológica del rodaje con cámaras estereoscópicas se refiere.

A mi modo ver Cuarón es el primero en conseguir en imagen real lo que sólo había logrado Pixar en la animación. Y es lo más difícil, hoy por hoy, ya que se trata de poner los medios de última generación al servicio de un guión con vida, para que resulte creíble y el espectador se pueda identifcar con lo que ocurre en la pantalla. El público que acuda a una proyección de «Gravity» en 3D, y no digamos ya en sistema IMAX, va a experimentar la sensación de flotar en la ingravidez, perdiendo por completo cualquier referencia orientativa. A 600 kilómetros de altitud el espectáculo visual es impresionante, aunque nuestro cielo está plagado de basura y chatarra peligrosa. Son los restos de una aventura galáctica que a los habitantes de la tierra les viene grande.

 

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