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Crónica | Solidaridad con los presos y presas

El juez Velasco ya sabe cuantas gotas caben en taza y media

Todos los tonos de azul se dieron cita en la capital vizcaina. Azul claro y azul oscuro, azul marino, azul turquesa, azul celeste y, por supuesto, azul Bilbao. Ayer todos eran azul Herrira. Los miembros de este organismo detenidos el lunes fueron agasajados, abrazados y besados, pero los mayores aplausos se los llevaron quienes siguieron la manifestación desde las cárceles.

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Iker BIZKARGUENAGA

El informe policial que el juez Eloy Velasco utilizó como coartada para la redada del lunes decía que Herrira es el agente con mayor capacidad de movilización de todos aquellos que a buen seguro están siendo sometidos a la estrecha vigilancia de la Guardia Civil. Cualquiera que haya sido la cantidad de recursos que ha destinado el instituto militar para llegar a esa conclusión es un derroche; bastaba ojear la fotografía con la que este periódico abría su edición el pasado 13 de enero. Efectivamente, con menos de un año de actividad, ese nuevo movimiento fue capaz de convocar en Bilbo la mayor manifestación política en la historia de este país.

A la vista del dato, cualquiera concluiría que sus miembros son unos hachas. Y realmente lo son; si no, no se los hubieran llevado por la fuerza a Madrid. Pero a nadie se le escapa, tampoco al instructor de la Audiencia Nacional ni a los finos analistas de tricornio, que fue la solidaridad con las represaliadas y represaliados vascos y la defensa de sus derechos la que esa tarde lluviosa colapsó Bilbo.

Igual que el año pasado, y el anterior, y el anterior. Porque las movilizaciones por los presos, sea quien sea el convocante, son siempre de récord. Eso es lo que el Estado español ha querido cortar de raíz. Ha pretendido impedir que la vulneración de los derechos de las personas encarceladas siga siendo denunciada de forma pública y masiva, igual que las leyes de excep- ción y la política penitenciaria. Y de paso que a los presos no les llegue el cariño que muchísima gente de este pueblo les tiene.

Si no quería taza...

Por eso ha suspendido las actividades de Herrira, cuyos miembros sintieron el afecto de los asistentes a la manifestación. Sonrientes, no dejaron de dar y recibir abrazos y besos. Asimismo, durante el recorrido se lanzaron gritos en favor del último organismo que ha sufrido la arbitraria actuación de la Justicia -así la llaman- española. Pero lo que se oyó, desde el inicio hasta el final, de forma constante y a una voz, fueron lemas en favor de los prisioneros y prisioneras.

«Euskal presoak, etxera!», al inicio de la marcha; «Espetxeak apurtu!», a la altura de Zabalburu; «Presoak kalera, amnistia osoa!», enfilando Hurtado de Amezaga. Y entre medias, y hasta el Ayuntamiento, cualquier combinación de estas u otras consignas. De esta forma, la sociedad vasca, que tantas veces se ha expresado en el mismo sentido, le vino a decir a Eloy Velasco que si no quería taza, se puede preparar para tomar taza y media. Porque quienes defienden los objetivos que motivaron el nacimiento de Herrira hace menos de dos años no son ni dieciocho, ni trescientos, sino la gran mayoría de Euskal Herria.

Con esa convicción acudieron a la villa bilbaina decenas de miles de personas procedentes de todos los herrialdes, ciudadanos y ciudadanas que frente a lo que alguno pudiera pensar no mostraban en su ánimo crispación ni rabia, quizá porque para eso ya ha habido tiempo en los últimos días, sino firmeza y hasta entusiamo, como si la sonrisa permanente de los dieciocho detenidos fuera contagiosa. No había pesar en la calle Autonomía, abarrotada hasta los topes, sino ganas de ganar, de arrollar diques y barreras, de construir un futuro diferente a ese emborronado que algunos nos quieren vender. Y ganas, muchísimas ganas, de traerlos a casa. A todos aquellos y aquellas que cada mes de enero pierden una visita preciosa para regalar esperanza, y que siempre van a contar con este pueblo.

Velasco ya sabe cuántas gotas caben en una taza y media.

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