política de inmigración europea
Bruselas trabaja para evitar la entrada de inmigrantes por mar
Plantea una operación de «seguridad y salvamento» en respuesta a la tragedia de Lampedusa, pero no cuestiona su política de inmigración
GARA | LAMPEDUSA
«He propuesto a los Estados miembros organizar un gran operación de seguridad y de salvamento en el Mediterráneo, desde Chipre a España», enunció ayer la comisaria europea de Asuntos Interiores, Cecilia Malmström, tras una reunión con los ministros del Interior de los Veintiocho en Luxemburgo. como reacción a la tragedia de Lampedusa.
«Tenemos la intención de llevarla a cabo lo más rápidamente posible, pero todavía no puedo dar más detalles», explicó, precisando que se iba a constituir un grupo de trabajo para evaluar los medios que deben movilizarse.
Malmström acompañará hoy al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, a Lampedusa, donde más de 300 inmigrantes murieron en el naufragio de su embarcación el pasado jueves y donde todavía siguen rescatándose cadáveres.
Mientras los submarinistas italianos seguían con el trabajo de recuperar los cuerpos dos barcos rescataban AYER en aguas sicilianas a más de otros 400 inmigrantes, la mayor parte sirios.
Para materializar la operación anunciada por la Comisión Europea, los Estados miembros tendrán que suministrar barcos, aviones y, sobre todo, dinero para permitir a Frontex, la agencia de vigilancia de las fronteras europeas, llevar a cabo esta misión. «Los Estados se han comprometido a ofrecer los recursos necesarios, porque esto va a tener un coste», afirmó Malmström. A su vez, Italia propuso poner en marcha una unidad operativa en el Mediterráneo para intentar frenar las salidas de las costas de los países de la orilla sur.
Más dinero
Frontex no cuenta con medios propios y su presupuesto se ha reducido al dictado de la austeridad impuesta desde las mismas instituciones y estados europeos que ahora la quieren potenciar. Malmström reconoció que una de las primeras demandas a los Estados será una contribución para reflotar el presupuesto de Frontex, reducido de los 118 millones de euros de 2011 a 85 millones este año.
«Es una señal concreta», señaló el ministro italiano, Angelino Alfano. «Pedimos a Europa que nos eche una mano para salvar vidas humanas», añadió.
«Este tipo de operación no sirve a largo plazo», advirtieron, no obstante, fuentes diplomáticas bajo anonimato, que consideran su planteamiento de una gran ingenuidad. «Vamos a hacer de contrabandistas, porque desde que los barcos de Frontex sean reconocidos, las embarcaciones se harán a la mar para ser rescatadas», criticó.
Frente a esta postura se encuentra el planteamiento de controlar las costas de Libia y de Túnez por parte de sus propias autoridades para impedir las salidas, una solución que al menos en el primer caso, tampoco se acomoda a la realidad en un Estado que ni siquiera puede controlar su situación interior. «Hemos hablado con los países de salida y los países de tránsito», afirmó Malmström, que reconoció que estas conversaciones «son difíciles con Libia, porque las instituciones de este país son muy débiles». A la vez que anuncian la operación Frontex, los países del norte de Europa confirmaron su rechazo a cambiar las reglas en materia de asilo. Italia, Malta, Grecia, Chipre, Bulgaria y el Estado español son las puertas de acceso a la UE para los migrantes procedentes de África y Oriente Próximo, y los refugiados que llegan por mar solo representan una ínfima parte de los demandantes de asilo. Fueron más de 330.000 los que llamaron a las puertas de la UE en 2012 y este flujo ha aumentado este año.
El 70 % de las peticiones presentadas el año pasado fueron registradas por Alemania (77.500), Estado francés (60.600), Suecia (44.000), Gran Bretaña (28.000) y Bélgica (28.000), según datos de Eurostat, la oficina europea de estadísticas. De los 28 estados miembros, 24 se oponen a una modificación de las normas, y el aumento de los movimientos antieuropeístas y xenófobos aleja a los gobiernos de una decisión de este tipo.
289 cuerpos recuperados
Las operaciones de rescate de cadáveres en Lampedusa continuaban en difíciles condiciones por las cuerdas y cables que flotan en el agua. Según Mussiié Ghebberhiert, uno de los supervivientes del naufragio, «el barco transportaba a 545 personas, entre ellas 20 niños, de edades entre varios meses a ocho años». Solo 155 personas pudieron ser salvadas, por lo que se teme que el balance de muertos sea de entre 300 y 390.
Hasta ayer se habían recuperado 289 cuerpos, el último de ellos a 12 millas náuticas (más de 22 kilómetros) del lugar del naufragio por una patrulla de guardacostas italianos. Seis supervivientes dijeron haber pagado entre 1.000 y 2.000 dólares por el viaje, según relataron a los investigadores.
El tunecino Kaled Ben Salam, de 35 años, ha sido detenido como supuesto responsable del barco de inmigrantes que naufragó al tratar de llegar a Lampedusa.
Salvamento Marítimo rescató a ocho ocupantes de una balsa neumática de juguete cuando intentaba alcanzar las costas españolas en el Estrecho de Gibraltar. Previamente la tripulación del ferry Tarifa Jet recogió a siete ocupantes de otra balsa neumática de juguete a once millas al suroeste de Tarifa.
En lo que va de año han llegado al sur de Italia por vía marítima unos 7.500 ciudadanos sirios que buscan una puerta de entrada a Europa, la gran mayoría en los dos últimos meses, según ACNUR.
Mientras refugiados comen apresuradamente un plato de pasta caliente en un restaurante en Lampedusa, la cocinera Ornella Gervasi afirma estar «dispuesta a ayudar», pero advirtió de que la paciencia de la gente de la isla está siendo puesta a prueba. «No podemos abandonar a esta pobre gente. Pero el invierno se acerca y con la mala mar los transbordadores no pueden llegar, privándonos de artículos de primera necesidad. A la vez, la comida se envía por avión a los refugiados. Esto genera resentimiento», afirma. Silvana Martelli, una joven que trabaja en un hotel, es mucho más directa y amarga: «Esto no parece nuestra isla. Hay dinero para cuidar a los inmigrantes, pero las escuelas se caen a pedazos , y la basura se acumula en las calles. Deberían sacar a los inmigrantes para limpiar las calles de Lampedusa. No hay trabajo. Solo funciona la economía de la muerte», añade, en referencia a la afluencia de buceadores y otros refuerzos para buscar a los ahogados. Niños sin sus padres se reunían en la entrada del centro de acogida superpoblado (1.000 ocupantes para 250 plazas) para protegerse de la lluvia, mientras cientos de inmigrantes pasaban el día mirando a través de las verjas del centro o paseando por las calles de la pequeña ciudad. Los casi 5.000 habitantes de la isla (que vive de la pesca y de algunas semanas de turismo) siempre han socorrido a los inmigrantes en dificultades en embarcaciones a la deriva, pero el malestar crece frente a la crisis y critican el dinero gastado en los inmigrantes, incluso la llegada de ataúdes para los que mueren. Además, la ley italiana no lo pone fácil a los que ayudan, como los pescadores que ven a veces sus barcos confiscados porque ayudar a un inmigrante clandestino es un delito. «He visto varias veces barcos de inmigrantes en dificultades pero no he parado» reconoce el pescador Calosero Spalma, aunque el patrón de la cooperativa local Salvatore Martello asegura que «un verdadero marino nunca abandona a nadie en el mar». GARA