Cada año, 16.000 alumnos visitan de forma guiada el museo de la memoria de Rosario y otros 6.000 lo hacen por libre. Un claro ejemplo del rol tan importante que juega la educación en la reconstrucción de los oscuros años de la dictadura.

«Olvidar la dictadura no está en nuestra agenda. La memoria es un valor trascendental para construir el futuro y una forma de dar respuesta al presente, porque no hay presente sin memoria y el pasado es territorio de aprendizaje», afirma Horacio Javier Ríos, uno de los ponentes en la conferencia internacional «Construyendo la paz desde el ámbito local» de Donostia.

«Llevamos años trabajando en Rosario en el Museo de la Memoria, que pusimos en marchas gracias a la voluntad de los organismos de derechos humanos y a una fuerte voluntad política. Además, creamos otros proyectos que incidieron de manera directa en la capacitación, en la educación y en dar herramientas para que la juventud hoy tenga un posicionamiento y una visión distinta. Los jóvenes son inquietos, participativos. Cuando van al Museo o a cualquier otra actividad cultural, opinan, proponen, intercambian miradas críticas y constructivas. Concretamente, en el Museo se capacitan, hacen visitas guiadas pero también forman de manera colectiva lugares de participación en los que exponen sus propuestas y, eso es mucho más enriquecedor que un recorrido pasivo por las salas del Museo. Nuestros jóvenes son un presente y un futuro muy activo», incide.

Asegura que para la juventud argentina es muy importante ese conocimiento de lo que supuso la dictadura cívico-militar porque, reitera, «nadie puede caminar hacia el futuro sin conocer su pasado. La memoria de lo que fueron los años de la dictadura en Argentina y en toda Latinoamérica es fundamental para que no se vuelvan a repetir semejantes atrocidades, para que la juventud camine hacia el diálogo y la participación aceptando las diferencias y los distintos puntos de vista».

En la entrevista, al igual que lo hizo ante el público congregado en el Palacio Kursaal, Ríos destaca que la voluntad política tanto a nivel local como nacional hizo posible la reconstrucción de la memoria y los juicios por los delitos de lesa humanidad. Considera que una vuelta atrás sería «uno de los errores históricos más importantes de Argentina. Hoy por hoy, se ha cambiado mucho a través de descubrir cuál fue la verdad y de que estén enjuiciados quienes fueron culpables de las atrocidades. Eso, a mí juicio, es un hecho absolutamente sobresaliente de todo el marco político. Obviamente, sigue habiendo actores que no quieren esto y que siguen siendo de derechas, reaccionarios y de un montón de características políticas que les hubiese convenido que esto no ocurriese. Pero, me parece que no hay plataforma posible para retroceder o suspender las políticas e iniciativas a favor de la memoria. Te repito, ese escenario sería tristísimo».

Sobre la reconstrucción del tejido social después de una dictadura que dejó 30.000 desaparecidos, cerca de 500 menores robados a sus padres -las Abuelas de Plaza de Mayo han logrado restituir la identidad a un centenar de ellos-, miles de torturados y exiliados, subraya que la clave está en el «respeto, en la convivencia, en la participación. Los organismos sociales, de derechos humanos, las Madres, las Abuelas fueron esenciales. Ayudaron también los llamamientos a continuar viviendo de estos entes, la reconstrucción del pasado, la protección de la memoria, los sitios de memoria como nuestro Museo en Rosario o el de la antigua ESMA en Buenos Aires. Creo que por suerte la democracia goza de muy buena salud en Argentina».

«La música, la plástica, el arte, el teatro... han sido claves en nuestro país para tomar conciencia. De hecho, las películas argentinas que han estado nominadas a los Oscar han tenido que ver con estas problemáticas. Es muy importante el rol del arte, de la cultura, de la educación y de los actores sociales para que la memoria adquiera un valor político», concluye.