Raimundo Fitero
Odios
El sábado noche, en La Sexta, sucedió que se planteó este asunto y apareció Rafael Álvarez, «El Brujo», con un discurso nítido. Un discurso cultural. Y el presentador nos comunicó que había tenido el equipo de producción muchos problemas para que alguien del oficio quisiera hablar del asunto. Es decir, el acojonamiento que sufre la profesión es tal, que nadie quiere significarse mucho, no sea que lo manden al ostracismo, al túnel del desempleo. Y esto simplemente nos viene a recordar que existe la censura, que existe el señalamiento para no contratar a ciertos artistas, compañías y todo un entramado de control ideológico de lo que se hace. Todo alimentado por mucho odio que es fruto de mucha ignorancia, de mucha tradición anti-cultural. Recuerden aquella frase gloriosa: «cuando escucho la palabra cultura, desenfundo la pistola». Están en ello.
Existe miedo. Y existe manipulación. Desmovilización. Una profesión tocada de muerte, con casi el noventa por ciento de paro, es difícil que se sienta fuerte. Pueden hablar individuos como Rafael Álvarez, que tiene su camino hecho, que llena teatros, que sabe qué le toca hacer en estos momentos. Y su discurso era soberano: no hablemos de lo que me toca a mí, de si se reciben o no ayudas o subvenciones, sino de qué se quiere hacer con la Cultura. Esa es la pregunta. Incluso esa es la respuesta que no tienen los ultras. Para ellos los toros son cultura, las procesiones son cultura, Norma Duval es su máxima figura intelectual. Y por eso anidan tanto odio. Y tanta demagogia.