Un viejo centro listo para acoger a una nueva ola de jóvenes inmigrantes
La Euzko Etxea de Nueva York ha cumplido un siglo de vida. Cien años marcados por la llegada de miles de ciudadanos vascos, que disponen de una embajada en el centro de Brooklyn. Ahora, el reto pasa por acercar a este lugar a los nuevos migrantes, que viajan para cumplir el «sueño americano».
Ion SALGADO | NEW YORK
El tradicional desfile del Columbus Day pondrá hoy el punto final a una larga semana para la comunidad vasca afincada en Nueva York. Miles de personas, procedentes de todos los rincones de Euskal Herria, que durante los últimos siete días han tomado la Gran Manzana para celebrar el centenario de la Euzko Etxea neoyorkina. Un lugar de ocio y encuentro situado en la margen izquierda del East River, en Brooklyn.
Así, desde el pasado lunes se han sucedido los coloquios y las exhibiciones. Citas festivas a las que ha asistido el lehendakari, Iñigo Urkullu, y que dejan boquiabiertos a los locales. Muestran su asombro al advertir la procedencia vasca de los presentes. Basta contemplar las miradas del público asistente a la actuación del grupo de dantzas Urki, naturales de Andoain, y de la Coral San Antonio, de Iralabarri -el sábado actuaron en el East River State Park-, para comprender el interés que suscita la presencia de emigrantes vascos en Estados Unidos.
Una presencia que comenzó a notarse a partir del siglo XIX, cuando la fiebre del oro y la búsqueda de nuevas oportunidades en Norte América sirvieron de reclamo para muchos inmigrantes europeos.
Personas como Valentín Aguirre, uno de los fundadores de la Euzko Etxea de Nueva York, que cruzó el océano Atlántico en el año 1875 para echar raíces en la metrópoli. Allí abrió la pensión Santa Lucía, más conocida como la «Casa Vizcaina», y el restaurante Jai Alai. Dos lugares referenciales para los recién llegados, que acudían a los citados establecimientos para descansar durante unos días antes de continuar con su viaje hacia los estados del oeste, pero también para recibir ayuda y asesoramiento.
El propio Aguirre se acercaba junto a sus hijos a los muelles de Manhattan para esperar la llegada de los barcos procedentes de Ellis Island. Una vez allí, preguntaba por la presencia de vascos entre los recién llegados, que debían soportar las inspecciones fronterizas impuestas por Estados Unidos antes de pisar las calles de Nueva York.
Primeras ideas
La unión de los inmigrantes vascos, que residían junto al puente de Brooklyn, en los muelles de Cherry y Water Streets, se intensificó con el paso de los años; y, en 1905, comenzó a gestarse la creación de un centro vasco. Una idea que se hizo realidad en 1913, cuando se legalizó el Central Vasco-Americano Sociedad Beneficiaria y Recreo. Esta sociedad fue evolucionando con el paso de los años hasta que en 1973 se creó la actual Euzko Etxea de Nueva York.
En una pequeña calle de Brooklyn, un grupo de vascos adquirió y reformó una antigua iglesia de dos pisos. Tras finalizar las obras, se presentó en sociedad una Euzko Etxea en la que celebrar fiestas y actividades culturales. Un punto de encuentro donde tomar una cerveza o aprender éuskara.
Juan Jacinto Lagareta, uno de los 104 socios del centro, destacó el sábado la relevancia que tuvo la Euzko Etxea para los vascos durante el siglo XX. Una importancia que ha ido a menos desde el año 2000, según relató uno de los camareros del centro. «Antes los inmigrantes querían conservar sus raíces y su cultura, pero ahora llegan a Nueva York con la idea de ser estadounidenses», señaló.
Para hacer frente a esta situación, Urkullu pretende crear una «Global Basque Network», una «red de vascos por el mundo» diseñada para «potenciar» la estrategia Basque Country. «El reto es lograr que el espíritu, los valores y el compromiso del pueblo vasco siga creciendo en el mundo», destacó el lehendakari el pasado sábado en Nueva York ante los representantes de la North American Basque Organizations (NABO).