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HERRI HARRESIA IRUÑEKO BIHOTZEAN

Pequeños gestos, grandes historias

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Ramón SOLA

A Euskal Herria le sobran muchas virtudes, pero le faltan todavía otras cosas; entre ellas, herramientas para lograr que escenas como la de la madrugada de ayer en Nabarreria sean noticia de alcance internacional, como merecen. A buen seguro nadie que viera ayer en otros países las fotos y vídeos difundidos por las redes sociales y por medios como este se quedó indiferente. Pues sí, es verdad, esto es lo que hay. En un txoko antiguo pero algo perdido de Europa como este, y en pleno 2013, todavía vive gente que va a la cárcel simplemente por haber militado en una organización política. Y por eso todavía toca luchar por derechos civiles y políticos, poner cuerpos indefensos bajo botas, porras y peloteros policiales, convertir el día de fiesta en día de lucha, aparcar los libros y coger las pancartas, organizar sentadas, pasar la noche al raso, desobedecer, denunciar, desenmascarar. O sea, toca sufrir, pero también solidarizarse, militar, colaborar, compartir, organizarse, querer, soñar, trabajar, construir, vivir... y hasta hacer historia.

El Boulevard de Donostia, el puente de Ondarroa y ahora Nabarreria de Iruñea muestran cómo un simple gesto -en este caso el de dos jóvenes que se esconden contra una condena política- cataliza rápidamente grandes voluntades cuando se trata de una causa justa. A pequeña escala, tan pequeña como pueda aparecer en un mapamundi una nación modesta que ni siquiera es Estado, esos jóvenes y no tan jóvenes son Rosa Parks sentada en un autobús, Matahma Gandhi con un puñado de sal, Bobby Sands y sus compañeros envueltos en una manta. Los de este domingo de octubre en Nabarreria son en esencia los del Bloody Sunday de Derry, las multitudes tras Nelson Mandela, intifada sin piedras, rebeldes con causa, revuelta en plena Europa Occidental.

No todas las luchas se ganan. No es verdad que las únicas que se pierden sean las que se abandonan. Pero esta tiene todos los visos de triunfar. La secuencia del final de la operación, con los policías retrocediendo ante decenas de personas avanzando, es un signo, como los silencios elocuentes de ciertos políticos y diarios, como los rostros tapados de los uniformados. El signo de una historia que se reescribe con noches como esta.

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