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HERRI HARRESIA IRUÑEKO BIHOTZEAN

Once horas de desobediencia y solidaridad en Nabarreria

Las alarmas sonaron a la una y media de la madrugada en el corazón de Alde Zaharra ante la llegada de la Policía española. En varias viviendas se habían situado vigilantes que advertían de que la operación para detener a Luis Goñi era ya inminente.

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Martxelo DÍAZ

El sistema de aviso funcionó, pero la operación fue extremadamente rápida. Desde que los agentes hicieron acto de presencia hasta que se llevaron detenido a Goñi no pasaron más de siete minutos. La Policía tomó rápidamente los accesos a la plaza de Nabarreria, cercando a las aproximadamente 200 personas que estaban pasando la noche junto a la fuente para arropar al joven en busca y capturada. Ataviados con cascos y pasamontañas montaron un cordón compuesto por hasta tres filas de agentes para que nadie pudiera sumarse al muro solidario. Cientos de personas estaban dispuestas a llegar hasta él desde Mercaderes, Aldapa o la Catedral, pero el despliegue policial lo impidió.

Entre quienes se encontraban en esos momentos en las inmediaciones de la calle Nabarreria figuraban parlamentarios de Bildu, junto a numerosas personas que denunciaban la ocupación policial del barrio.

En el interior de la plaza de Nabarreria, los agentes actuaban como una cuchilla. Querían atrapar a Goñi y no hubo miramientos para llegar hasta la fuente, donde se encontraba el vecino de Barañain. Si tenían que pasar por encima de alguien, pasaban; si tenían que arrastrarlo, lo arrastraban; y si había que golpear, golpeaban. Agentes concretos se ensañaron contra quienes participaban en el muro popular utilizando la porra de manera innecesaria ante lo que era una protesta de carácter pacífico.

Los organizadores hicieron saber a la Policía que la protesta iba a ser pacífica en todo momento y que los participantes únicamente iban a emplear la desobediencia como método de resistencia. De hecho, pese a la multitud congregada, no se arrojó nada a los agentes.

Gritos como «Eutsi gogor, ez askatu», «Euskal gazteria aurrera», «Jo ta ke, irabazi arte», «Herri harresia aurrera» o «Ez gaituzue geldituko» fueron la banda sonora que acompañó a la actuación policial.

Finalmente, lograron llegar hasta donde estaba Goñi, que se resistió de manera pasiva a la detención. El vecino de Barañain practica el rugby y es de complexión fuerte, por lo que los agentes tuvieron que esforzarse para introducirlo, tras arrastrarlo por el suelo, en un coche. Inmediatamente aceleró para dirigirse a la Catedral para salir del barrio por las calles Curia y Mercadere,s mientras se escuchaban constantes gritos de ánimo a Goñi.

Como resultado de la detención el joven sufrió heridas en la boca, de donde manaba sangre, como puede verse en imágenes tomadas con móvil. La acción policial también provocó heridas en varias personas. Sin embargo, la delegada del Gobierno español en Nafarroa, Carmen Alba, describió la operación como «sin incidentes» en un mensaje de Twitter a las 2.30 de la madrugada. La presencia de ambulancias en Alde Zaharra poco después de que se escucharan las detonaciones de las cargas policiales era el contrapunto a sus palabras.

Un paso adelante en Iruñea

De esta manera terminó el Aske Gunea que se instaló en la plaza de Nabarreria -en pleno corazón de Iruñea, como destacó el propio Goñi- durante once horas. En ese periodo fueron cientos de personas las que volvieron a reclamar que el tiempo de encarcelar a jóvenes vascos por su militancia política ha pasado. Y se consiguió hacer en Iruñea, del mismo modo que antes en Donostia u Ondarroa.

Se puede decir que se cumplió el objetivo de retrasar lo máximo posible la detención de Goñi. Durante esas once horas, la plaza de Nabarreria y Alde Zaharra vivieron una experiencia inusual en Iruñea. Se tomó la calle para defender una reivindicación y se mantuvo un espacio liberado, pese a las amenazas de Alba la víspera.

Todo ello en una ciudad que amaneció tomada por la Policía precisamente para detener a Goñi, pero que no pudo evitar que saliera a la calle, se dirigiera a la fuente de Nabarreria y estuviera allí durante once horas.

Para conseguirlo fue necesario el trabajo de cientos de personas, que dieron el salto de la solidaridad al compromiso. Aske Gunea no solo fueron quienes se sentaron en el adoquín durante horas y aguantaron la embestida de la Policía. También formaron parte del mismo quienes llevaron bocadillos o los vecinos que cedieron sus balcones para que los medios de comunicación pudieran tomar imágenes desde una mejor perspectiva. Las molestias que podían ocasionar cientos de personas sentadas junto al portal de casa quedaban en un segundo plano ante la necesidad de plantarse ante lo que consideraban una injusticia que había que denunciar. O los artistas que acudieron a amenizar las horas de espera con sus actuaciones. O quienes abrieron sus casas para que se pudiera vigilar cuándo llegaba la Policía a detener a Goñi. Como sucede con el iceberg, Aske Gunea no es solo lo que se ve, aunque también es importante. Debajo hay mucho más.

Otra tarea a la que hubo que hacer frente fue conseguir sacos de dormir para permitir que quienes no los tenían pudieran pasar la noche y así mantener intacto el muro popular. Pasaban las horas y la resistencia tenía que continuar todavía hasta el final.

Otra muestra del carácter cívico que tuvo Aske Gunea fue que los participantes en el muro popular limpiaron los restos de la sentada después de que la Policía hubiera detenido a Goñi y se registraran las cargas y los heridos. De este modo, la plaza de Nabarreria presentaba en la mañana de ayer un aspecto impoluto, aunque no faltaban pancartas reivindicativas colgadas desde los balcones.

Las primeras valoraciones que se hacen en Iruñea de lo vivido el domingo en Nabarreria son positivas, aunque como en todo, siempre hay margen de mejora. En la capital navarra existía cierto temor de no poder responder al reto como correspondía, pero mientras pasaban las horas crecía la sensación de que se había dado un paso importante. El propio Goñi lo definió de manera clara y precisa en la rueda de prensa que dio junto a la fuente de Nabarreria rodeado de cientos de personas. «No sé cuántas horas seguiré aquí, pero la fuerza que me habéis transmitido es espectacular». El vecino de Barañain, condenado a seis años de cárcel por militar en Segi, concluyó que «no hay obstáculo que sea capaz de parar la reivindicación, la solidaridad y el compromiso de este pueblo. La prueba es que estoy libre en el corazón de Iruñea».

La prueba de ello es también que fueron necesarios decenas de agentes de la Policía española para detenerlo, tras ocupar un barrio con nocturnidad y alevosía, para hacer cumplir una sentencia injusta y que no se corresponde al tiempo político que actualmente vive Euskal Herria. Quienes suelen justificar este tipo de acciones policiales ayer preferían callar.

 

resistencia pacífica

Los organizadores hicieron saber a la Policía que el muro popular de Nabarreria era una protesta de carácter pacífico y que la única forma de resistencia que se iba a utilizar frente a la detención de Luis Goñi era la desobediencia.

vigilancia

En varias viviendas de Alde Zaharra se organizaron equipos de vigilancia para controlar la llegada de la Policía española al barrio y poder avisar a quienes permanecían en Nabarreria para que se preparasen para la resistencia pacífica.

atención mediática

A medida que pasaban las horas y el muro popular se mantenía intacto, los equipos de televisión que se habían desplegado en la plaza de Nabarreria tenían que ser relevados por otros para seguir informando de lo que estaba sucediendo.

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