Maite Soroa | msoroa@gara.net
¿Y aquel que «diu»...?
Leyendo el domingo el tratamiento de la manifestación unionista de Barcelona que hizo la prensa de extremo centro, servidora pensó que estaban de broma, pero al parecer, hablaban en serio.
«La Razón» titulaba en portada, íntegramente dedicada al Día de la Hispanidad, antes de la Raza, «El grito de la mayoría silenciosa», y daba los datos de asistencia de la Delegación del Gobierno español, según los cuales hubo 105.000 personas. En fin, sin comentarios, pero aunque así fuera, no supondría ni un 10% de las que tomaron parte en la cadena humana independentista. Comenzaba así su editorial: «El mensaje expresado ayer en Barcelona por miles de manifestantes fue sencillo, claro y de un civismo ejemplar: queremos ser catalanes y españoles». Pues el mensaje expresado por muchísima más gente en la Diada fue más claro aun: «independencia». Pero al facherío no le parece cívico.
También «Abc» dedicaba su portada a esa fiesta y coincidía con «La Razón» en el chiste: «La mayoría silenciosa habla». Qué pesadez con su «mayoría silenciosa». Resulta que más de una décima parte de catalanas y catalanes en la calle, o uniendo el país de norte a sur, no representa a la mayoría, y quienes el sábado llenaron a duras penas la plaza de Catalunya, sí. Tomadura de pelo, morro y falta absoluta del sentido del ridículo.
«El Mundo» también decía que la manifestación «fue muccho más numerosa que la del año pasado e indicaba que hay otra Cataluña», aunque, reconocía, «de momento es minoritaria en la calle». Eso, de momento, porque como el Estado siga así, va a ser imperceptible.
Salvador Sostres, en el mismo diario, lo veía más claro, pero no era tan optimista como otros unionistas: «seguramente, lo peor de esta manifestación no es la poca gente que ha acudido -poca, sobre todo, en comparación con las masivas concentraciones secesionistas de la Diada de este año y del anterior-, sino que la manifestación se haya llegado a convocar y que el unionismo haya tratado de competir con el soberanismo en uno de los pocos terrenos en que, antes de empezar, ya sabía que lo tenía todo perdido. El unionismo, que tiene la legitimidad de la Constitución, de la Ley y del orden, ha renunciado a su jerarquía y, queriéndose igualar a la dialéctica de los que no tienen más que la calle, ha hecho el ridículo». Así que ya lo saben, lo que digan la Constitución, la ley, el orden y Sostres es inapelable, y lo que digamos todas y todos los demás, inútil.