La madurez de una juventud comprometida con su país
Han pasado ocho años desde que un grupo de jóvenes vascos dio en la Audiencia Nacional española un aldabonazo tan fuerte que el eco traspasó las paredes del achacoso edificio y se oyó con fuerza en todo el Estado. Después de mucho tiempo siendo víctima de infundios, mentiras y tópicos interesados, la juventud independentista aprovechó la vista oral del «caso Jarrai-Haika-Segi» para dar a propios y extraños una lección de madurez política, entereza y compromiso. La primera jornada de aquel juicio fue uno de esos episodios que permanecerán indelebles en la historia de Euskal Herria.
Aunque desde entonces muchos jóvenes se han visto obligados a vivir la misma experiencia por su militancia abertzale, es ahora, cuando este país ha hecho una apuesta decidida por la paz y la democracia, cuando el Estado emprende una nueva causa general contra la juventud vasca. Aquellas camisetas rojas han dejado su lugar a otras naranjas, pero quienes las portan trasmiten la misma vitalidad que entonces, una frescura capaz de desbordar a un tribunal que, por contraste, aparece rancio y anquilosado. Con todo, es la madurez que demuestran los imputados lo que hace de este macroproceso un calco de aquel que hizo que todos los abertzales de izquierda se enorgullecieran de su juventud. Quienes tomaron la palabra ayer no fueron unos chavales malencarados y violentos, como algunos insisten en presentar, hasta rozar el ridículo, sino militantes políticos juiciosos y consecuentes. Y el llamamiento realizado desde la bancada de los acusados al Gobierno español para que dé pasos en favor de la solución y la celeridad exhibida por la presidenta, Manuela Fernández de Prado, en cortar sus alegatos muestran cuál es la talla de cada una de las partes.
Las personas que comenzaron a declarar ayer conforman una nueva generación de la misma juventud que durante décadas ha trabajado de forma ejemplar por conducir a este país a un escenario de paz y libertad, para lograrque la suya sea la última generación que pueda ser juzgada por un tribunal extranjero. No son 40 terroristas, son 40 jóvenes vascos, y representan el sentir mayoritario de este pueblo.