Mikel INSAUSTI

En esto del cine, como en todo, hay quien prefiere ver la botella medio llena. Y a mi me toca explicar porqué veo vacía de verdadero contenido a la película «Mujer conejo». En Donostia fue incluida dentro de la sección Zabaltegi, que ahora sirve como cajón de sastre para cualquier descosido. Fueron muchos los que opinaron que habría sido mejor reservarla para la Semana de Cine Fantástico, por su factura de serie B o cine de explotación. Cuentan las crónicas que hubo bastantes deserciones en las salas, aunque no le faltaron defensores que valoraron su riesgo y su estilo bizarro de técnicas mixtas.

La cineasta argentina de ascendencia asiática Verónica Chen quiere sorprender al espectador en todo momento, llevando el relato por un rumbo incierto y abierto a cualquier posibilidad, sin atarse a la lógica del planteamiento inicial. Una actitud muy común dentro de las películas de bajo presupuesto que desean llamar la atención, apartándose de la narrativa convencional y utilizando recursos inventivos. La teoría no siempre se cumple, y los giros a los que somete la realizadora a su película son tan bruscos como caprichosos, con lo que va provocando el desinterés por una historia cada vez más dispersa y errática.

Lo que empieza siendo en apariencia un thriller sobre las mafias chinas se diluye en contacto con otros géneros como el romance a la carrera, la ciencia-ficción rural y el western simbólico. El tratamiento visual es igualmente muy variado, ya que además de combinar imagen real con animación artesanal, utiliza cámaras de videovigilancia, mirillas, porteros y lo que se tercie. El tipo de dibujos que presenta son muy simples, y exige forzar la imaginación para ver en él una referencia al anime japonés. A medida que avanza el metraje se van comiendo a los intérpretes de carne y hueso, al igual que esos conejos mutantes carnívoros de la Pampa; a donde no sólo han llegado los chinos, ya que se puede oír hablar algo que parece euskara. La carencia procede del hecho de que la parte animada no consigue reforzar la acción, con lo que las comparaciones con «Kill Bill» de Tarantino quedan un tanto fuera de lugar.