Para el portavoz del PSE-EE en el Ayuntamiento de Donostia, las palabras pronunciadas por el alcalde, en el acto de apertura de la Conferencia Internacional «Construyendo la paz desde el ámbito local», «habrían sido creíbles si hubiera estado en el homenaje a las víctimas».

Yo, en cambio, no considero que Izagirre se haya mostrado indiferente ante el sufrimiento de las víctimas. Y no entiendo qué autoridad moral se arroga Gasco para fragilizar o, incluso, borrar cualquier trazo de empatía del discurso argumentativo del alcalde.

Cuando Elorza gobernaba en Donostia, se llevaron a cabo iniciativas que posibilitaron el conocimiento, visibilización y socialización del pathos vinculado a la condición victimaria. Los testimonios y su dimensión intimista son necesarios y edificantes, como lo es también el foro promovido por Izagirre.

En cuanto a la tentación de descontextualizar la violencia negando su dimensión política, para poder condenarla moralmente, no contribuye a la paz. Marx sostenía que la violencia era la partera de la Historia. ¿Renegamos de Marx? ¿De su convicción? Es necesario interrogarse sobre el sentido histórico de la violencia política y sus consecuencias. Solo así podremos metabolizar nuestro pasado.

La Conferencia me ha interpelado sobre los siguientes aspectos: la verdad como condición primera de la justicia; verdad, justicia y reconciliación no son necesariamente excluyentes, y la amnesia y la venganza siempre engendran más violencia.

La construcción de la paz es una tarea colectiva compleja. Tan compleja como las relaciones entre justicia y reconciliación, memoria y reparación. ¿A qué estamos esperando?