«Hemos tenido que aprender ritmos diferentes, el changuy es el más complicado»
Guitarra, voz y armónica de la Jodedera
La multiculturalidad y el propio dinamismo de la escena musical propician que surjan apuestas como la de La Jodedera, donde músicos vascos y cubanos se unen para recrear ritmos afrolatinos en un primer disco colorista, coherente y sabrosón, «Karibe Kantauri Kantari».
Pablo CABEZA | BILBO
La parte vasca de La Jodedera la componen Jon Kasares. exmiembro de los recordados y quridos Txorromorro, y Jomes, ex-Bap! Por el corte cubano se encuentran Mandi Cienfuegos, conga, bongo y voz. y Óscar La Habana, al tres cubano y coros.
Txorromorro se separaron por el artículo del código musical «un poco de todo», y justo cuando el trío tenía un buen puñado de nuevas canciones que nunca se grabaron.
Jon decidió tomar el camino del bardo que llevaba dentro. Cogió su armónica, la guitarra y se tiró a la calle abierta. «Me gustaba salir con una pottoka bien domada, a la que le ponía un ampli a baterías encima y hacerme la diana de Leitza detrás de los txistularis (que me servían de teloneros) y disfrutar de la acústica entre calles y el afrutado moscatel que a Felix (mi mozo de mulas ) y a mí nos sacaban entre piropos. Tocaba en cualquier excursión a caballo, fiesta o manifa antiincineradora. Aquellos eran euskal kantak, rancheras, canciones caribeñas o de cosecha propia en la línea de La Jodedera.
Jomes Bap! tras dejar a la banda de Andoain estuvo en Guapango, un grupo mariachi, y también tocando con Anari durante un par de años, además de grabar las guitarras en varios discos de Pirritx eta Porrotx, y realizando sustituciones en grupos como Laket, Unsain o Ingo al Deu, de ambiente festivo. Como técnico de sonido estuvo al servicio de Natural Project, Makala... y trabajando en su estudio de grabación.
Jon y Jomes habían coincidido en varias ocasiones en las fiestas de Leitza. Y, entre charla y charla, una noche Jomes le dijo a Jon que si algún día se animaba a hacer algo «le avisara».
¿Y cómo se cruzan estas vidas errantes?
El 1 de mayo de 2011, en la Herriko de Leitza, Mandi Cienfuegos (nuestro cantante y percusionista) y su moza pedían unos bocadillos, pero el pan se había acabado y los llevamos a casa, pues de los «zorionak» de la hija había sobrado de todo. Cenamos y saqué la guitarra, cantó «Yolanda» (la de Milanés, no la de las dietas), mientras le hacía segundas voces con la armónica, y coros. Nos gustó el juego, comenzamos a juntarnos y preparar algunas canciones cubanas y otras que tenía por ahí. Nos pusimos a tocar en la calle y en alguna movida y lo aplausos nos animaron a seguir. Mandi me presenta a Óscar, que también vive en Tolosa, y que toca el tres y nos juntamos. «Yo toco el tres (era profesional en Cuba)». «Pues yo tres acordes (me sinceré). Tocamos un rato y me ofreció su botella de whisky. «¿Pero usted no toma?» «Hombre es que es lunes». Estaba ante un guajiro con una sonoridad y fuerza tan grande como sus raíces y su orgullo. Me acordé de la proposición de Jomes para mestizar con calidad y espíritu dionisiaco y la historia siguió su camino.
Los cuatro parece que tenían intenciones musicales parejas, pero los cubanos, en especial por la fuerte presencia del tres en el disco, son quienes ganan la batalla.
Con 16 años Mandi desatascaba los obuses que disparaba en la guerra de Angola, mientras nosotros cruzábamos coches y piedras en manifestaciones que acababan en fuego real. No hay batalla entre nosotros, tocamos el mismo ritmo, solo cambia la forma de percutir.
A pesar del empate, ¿qué fue lo más complicado de asimilar estilísticamente?
Hemos tenido que aprender a jugar en ritmos diferentes, el changuy es el más complicado, las raíces afro dan mucho de sí, y lo que para ellos es naturalidad para nosotros es mas complicado. En la escuela de niños trabajan música y ritmo lo que se suma a su facilidad genética. Tengo ganas de empezar con Mandi en la txalaparta, con el fandango ya estamos.
Se las apañan muy bien los cuatro, pero también han pedido un poco de ayuda.
No solo en el disco, sino en todos los conciertos estamos llevando una percusión menor de guallo o guira y maracas, según la canción, que las toca Norgue Urkia, un cubano también de la zona oriental, nieto de azpeitiarra, y que vino en su día a Donostia como cantante y percusionista con un contrato para animar las noches del Kursal. Esa percusión, al margen de dimensionar el sonido, facilita que el ritmo entre en el cuerpo, y viendo el resultado seguiremos llevándola. En el disco Andrea, «gure alaba», toca la flauta en «Gure Jone». No está aún en la edad adecuada para colaborar con su aita, pero sabiendo que la canción iba a llegar hasta Lyon, hizo un esfuerzo.
Los ritmos latinos comienzan a ser frecuentes en Euskal Herria, ¿les ha servido de guía alguna experiencia pasada de aquí?
La Jodedera me suena a La jodedera, por recurrente que sea la respuesta. Cuando toco ese nengo o changuy asincopado siento en el ritmo el mestizaje de indios de dos continentes, sobre todo el africano, que no creo que tengan nada que ver con el «pedazo ritmo» que llevaron para allá los hermanos Pinzones (que eran unos marineros, como todos saben). Geograficamente, no sé. Pero musicalmente no siento nada latino en mi sangre cuando entro en estos ritmos. Creo que los imperialismos y su hambre de patentar, inducen a la ignorancia que provoca que el rizitos de Bizardunak [Iñigo Cabezafuego] nos llame grupos «v-ascos» latinos a los que tocamos y disfrutamos de estos ritmos.
¿Y que pasa con el amor, un tema o sentimiento tan cubano y no sé si tanto nuestro?
Las mujeres nos gustan tanto como a ellos, lo que pasa es que ellos lo han convertido en deporte nacional ¿Exagerado? Sí, como lo del fútbol, pero para disfrutar no tienes que pagar y hacerte socio. A la hora de componer no suele haber censuras salvo que se pierda todo el sentido o dirección, aunque tampoco es mala idea.
«Karibe Kantauri Kantari» es el disco debut de La Jodedera, aunque meses atrás haya trabajando con una primera maqueta. Lo edita Gaztelupeko Hotsak y sería prudente y una buena idea que programadores y comisiones de fiestas apuntaran La Jodedera para la temporada estival. Son animosos y singulares. El tres y la armónica marcan diferencias con los demás, al margen de contar con un sonido genuino gracias al aporte cubano.
«Cuando toco ese nengo o changuy asincopado siento en el ritmo el mestizaje de indios de dos continentes, sobre todo el africano, que no creo que tengan nada que ver con el `pedazo ritmo' que llevaron para allá los hermanos Pinzones»
El tres cubano cuenta con un buen peso en la sonoridad.
Al tres le hemos dado un protagonismo que no es habitual en las bandas y menos aún en las grandes. Pero el sonido de nuestro tresero, sin ser académico, tiene la sabiduría de la calle, de las ganas de vivir después del duro trabajo en el cafetal, del tener que fajarte a machete o tirarte para el monte para defender tu dignidad. El sonido de nuestro tresero esta sin domar, algunos ya se habrá dado cuenta en directo, pero tenemos los suficientes montes en Euska Herria para seguir enamorados de lo «basati».
Excelente portada e interior.
La dibujó Ainhara Torrekoa (la Herriko de Leitza) como cartel para un concierto. Nos gustó la bodeguita del medio, la sutileza del letrero, la ikurra del balcón y el tono pastel de acuarela. Le pedimos que nos hiciera el cd usando el cartel de portada. El dibujo de la foto interior es de un gran caricaturista que tenemos en Leitza, también le gusta la calle por lo que entenderás que lo mantengamos en el anonimato.
¿Qué vida lleva La Jodedera?
Óskar aprende flauta y cuida a la amona. Mandi es un excelente amo de casa, (no he visto nunca esa blancura) y trabaja fuera a contratos. Jomes es profesor de guitarra en Loatzu Musika Eskola y yo trabajo en un centro especial de empleo, Gureak, y llevamos las zonas ajardinadas de Tolosa. P.C.
«Con 16 años Mandi desatascaba los obuses que disparaba en la guerra de Angola, mientras nosotros cruzábamos coches y piedras en manifestaciones que acababan en fuego real. No hay batalla entre nosotros, tocamos el mismo ritmo, solo cambia la forma de percutir»
«Creo que los imperialismos y su hambre de patentar, inducen a la ignorancia que provoca que el rizitos de Bizardunak [Iñigo Cabezafuego] nos llame grupos «v-ascos» latinos a los que tocamos y disfrutamos de estos ritmos»