GARA > Idatzia > Ekonomia

ANÁLISIS | Crisis en la cooperativa vasca

Fagor Electrodomésticos: La industria vasca en alerta roja

Los autores advierten de que tras la crisis de Fagor Electrodomésticos no solo corresponde al Grupo Mondragon recapacitar sobre posibles errores y buscar alternativas, sino que es un toque de atención al conjunto de la industria vasca para que ahonde en nuevas estrategias.

p023_f01.jpg

Ekai Center

La caída de Fagor Electrodomésticos es, evidentemente, un reto de primer orden para el Grupo Cooperativo y un reto también de primer orden para el entorno social y las políticas públicas de Arrasate y Debagoiena. Pero también supone una directa señal de alarma para el conjunto de la industria vasca, que nos advierte del alto riesgo de desindustrialización al que se enfrenta Euskal Herria de continuar las tendencias actuales y, sobre todo, en caso de continuar la alarmante parálisis que las políticas públicas han sufrido durante los seis años de crisis financiera.

La crisis de Fagor Electrodomésticos es, por un lado, una muestra de lo sucedido durante el periodo de expansión con ciertas grandes empresas vascas lanzadas a un salto hacia adelante basado en una disposición de recursos financieros excesivamente fácil y en problemas de gobierno corporativo de distinto signo que permitieron apuestas que no debían haberse producido jamás. Con frecuencia, se ha tratado de un insuficiente o ineficiente control de los directivos con capacidad de decisión a efectos de emprender dichas estrategias expansivas o a efectos de apoyarlas financieramente.

Ekai Center ya ha puesto repetidamente de relieve el gravísimo problema que estas empresas han supuesto y están suponiendo para el conjunto de economía vasca. Basta para ello con computar los miles de millones de euros que estas expansiones han costado y siguen costando al conjunto de la economía. Examinemos para ello los cientos e incluso miles de millones de pérdidas que estas entidades están computando todos los años en sus balances como consecuencia de pérdidas generadas en su respectiva red de expansión o red de filiales en otros territorios.

Las decisiones estratégicas de ciertas empresas facilitaron a las mismas una huida de la realidad y el olvido del impulso constante por superar ineficiencias internas y los retos tecnológicos y formativos que constituyen la base del progreso industrial y económico.

La experiencia de estos procesos expansivos es una verdadera alerta roja para nuestra economía fundamentalmente como consecuencia de la pasividad -cuando no complicidad- de nuestros responsables políticos con dichas estrategias. La habitual sumisión de responsables públicos y medios de comunicación ante las grandes empresas, su permanente mitificación de las operaciones estratégicas expansivas, crearon el caldo de cultivo idóneo para permitir estas operaciones de descapitalización acelerada de nuestra economía. Recordemos que algunas de estas operaciones han llegado incluso a producirse en plena crisis financiera, con el pleno respaldo de líderes políticos de primer nivel.

Por otro lado, la experiencia de Fagor Electrodomésticos es una evidente llamada de atención ante el difícil futuro de las industrias de tecnología media -esto es, los sectores dominantes en Euskal Herria- como consecuencia del progresivo desplazamiento de los mercados por parte de los países emergentes y la imposibilidad de competir en costes con éstos.

No se trata de un problema irresoluble a medio o largo plazo si los esfuerzos políticos y sociales se concentran en la dirección correcta con la suficiente intensidad. Pero los seis años transcurridos desde el estallido de la crisis nos han revelado una increíble pasividad por parte de nuestros responsables públicos ante el declive de nuestra industria. Y esto hace temer lo peor.

Nuestros responsables políticos admitieron -o participaron directamente- en las expansiones especulativas de las entidades financieras vascas fuera de nuestro territorio, que están generando miles de millones de pérdidas. Asistieron con total pasividad a las decisiones estratégicas expansivas de entidades comerciales e industriales que están ahora haciendo caer empresas y generando también miles de millones de pérdidas y descapitalización del país.

Llevamos siete años repitiendo lo bien que lo hicimos en los años 80 y 90, cuando no insistíamos una y otra vez en que la economía española está en mucha peor situación. Todos sabemos que esto último -por ahora- es cierto, pero también lo es que no hay país ni estructura industrial que aguante mucho tiempo una clase política pasiva, indolente o estratégicamente descentrada.

Necesitamos concentrar recursos para destinarlos a inversiones productivas estratégicas, a inversiones tecnológicas, a investigación y a formación. Y necesitamos, sobre todo, reformas estructurales inmediatas en el sistema de innovación, en educación, en formación profesional y en la universidad. Es imprescindible también movilizar al conjunto de la sociedad vasca alrededor de estos objetivos. Necesitaremos años para que todo ello pueda redundar en la renovación de nuestro equipamiento tecnológico y en la creación de empleo. Y aún no hemos empezado. Hemos perdido seis años en una inactividad difícil de comprender. La pregunta es cuánto aguantará nuestro tejido industrial en estas condiciones.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo