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Raimundo Fitero

Underground

 

Restituimos palabras malditas. Hoy todo es underground, todo es el lado oscuro de la vida: todo es Lou Reed. Por la muerte de un gran artista, de un bardo del siglo veinte, de un hombre de su tiempo que contó su tiempo, sus sensaciones, sus estaciones y sus estados de ánimo a ritmo de rock and roll, hoy, underground suena a glamouroso, a intelectual, a situacionista. Pero del underground han renegado muchos de los que hoy escriben obituarios desmemoriados, soflamas de pertenencia a algo que les molestó cuando empezaron a cotizar en la bolsa de la fama barata y hasta lo negaron para alcanzar sus objetivos profesionales.

Este año nos va a volver a todos un poco underground ya que deberemos escondernos, bajar al subterráneo para soportar esta muerte, tanto desamparo, tanto intento de cercenar cualquier atisbo de reforma emocional. Vamos del pesimismo a la desesperación y no sabemos cuál es la banda sonora de esta película de zombies que vivimos a golpe de telediario. Las generaciones se van acabando por consunción, como las velas de los atrios catedralicios y las aguas estancadas en los desiertos morales. De sus restos se construirán antologías o glosarios de uso incierto.

Las mismas televisiones que han ignorado durante décadas a Lou Reed, hoy se vuelven sus apologetas, nos rescatan imágenes y vídeos de sus etapas más pegadas a su biografía en ebullición, con un repaso a una producción discográfica que ha influido a numerosos cantantes, grupos, poetas, ciudadanos y ciudadanas que con sus mensajes han ido conformando una idea del mundo que les hizo emprender un viaje que saliendo del underground más vitalista y contracultural conducía a otra subterraneidad más superficial: la realidad administrativa, televisiva, la estética de plástico, la música incidental, la cultura convertida en un hilo musical que no busca más trascendencia que la subida del tipo de interés.

Lou Reed nos fue dejando una nota, un silencio, un verso que nos explicaba, al menos, que la luna tiene más de una cara y el sol puede quemar tus preciosos ojos azules. Lo hizo como notario de las vidas que caben en una vida vivida en el underground más luminoso.