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Panorama político en Georgia

Georgia deja atrás la era del prooccidental Saakashvili

El candidato de la coalición gobernante Giorgi Margvelashvili ha sido el claro vencedor en las elecciones presidenciales del domingo en Georgia con el 62,12% de los votos. Entre sus principales prioridades está la normalización de las relaciones con Rusia, rotas desde 2008.

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Pablo GONZÁLEZ | Periodista

En las elecciones celebradas el domingo pasado se impuso Giorgi Margvelashvili (62,12% de los votos) de Sueño Georgiano, la coalición política en el poder desde hace un año. Pocas eran las dudas sobre la victoria del candidato apoyado por el multimillonario primer ministro georgiano, Bidzina Ivanishvili. Solo la disparidad de pronósticos electorales dejaban alguna puerta abierta a una hipotética segunda vuelta, que finalmente no se ha dado.

Los candidatos perdedores, a pesar de las protestas y las reclamaciones presentadas, también pueden hacer una lectura positiva de los comicios. El Movimiento Nacional, el partido del presidente saliente Mijail Saakashvili, ha conseguido situar a su candidato, David Bakradze, en segundo lugar (el 21,73% ha votado por él), reafirmándose así como cierta alternativa política en el país. La otra perdedora, Nino Burdzhanadze (10,18% de los sufragios), ha sido quien más reclamaciones ha presentado, pero también ha obtenido dividendos de su participación electoral. Al haber superado el 10%, se ha garantizado para su formación política financiación gubernamental, lo cual le permitirá seguir activa en la vida política del país sin depender solo de las escasas donaciones privadas.

El cargo de presidente de Georgia tiene ahora bastante menos poder que antes debido a una reforma constitucional que ha dotado de más poder al Parlamento. A pesar de ello, estas elecciones tienen una importancia añadida ya que suponen el fin de la época del presidente Saakashvili.

El reformista prooccidental se va del poder después de casi diez años dirigiendo el destino de Georgia. Bajo su mandato el país ha hecho notables progresos en la creación de un Estado moderno de corte occidental, dejando atrás la herencia soviética. Sin embargo, durante ese tiempo Georgia ha perdido el 20% de su territorio, ha agudizado los problemas con Rusia y ha visto como el nivel de vida de la población se ha estancado, e incluso retrocedido.

Saakashvili, logros y fallos. El mayor logro de Mijail Saakashvili ha sido la modernización de las estructuras administrativas del Estado. Bajo su mandato Georgia se ha deshecho de la burocracia típica de la época soviética y se ha dotado de un nuevo tipo de funcionariado mucho más ágil. Con ello también ha conseguido eliminar casi por completo la corrupción de bajo nivel.

A cambio, ha crecido una corrupción más propia de las democracias desarrolladas, la de alto nivel. De dicha corrupción se han aprovechado, presuntamente, el propio presidente y sus colaboradores más cercanos.

También la presión política y financiera a los opositores se ha hecho cada vez más presente en los últimos años de gobierno de Saakashvili. Está en manos de las nuevas autoridades el esclarecer los numerosos casos denunciados.

Por lo que Saakashvili seguro pasará a la Historia es por ser el primer presidente de una antigua república soviética que se enfrentó en una guerra a Rusia. Perdió, y con ello Abjasia y Osetia del Sur, la quinta parte del territorio del país, dejaron de estar bajo control, aunque fuera nominal, de Tbilisi. La recuperación de dichos territorios parece que será una constante de la política exterior georgiana a muchos años vista.

Perspectivas a partir de ahora. Mejorar las relaciones con Rusia es una de las principales promesas de las nuevas autoridades desde que llegaron al poder hace un año. Por ahora, han conseguido la vuelta de los productos agrícolas, vinos y aguas minerales al mercado ruso, pero este ha sido prácticamente todo el progreso que han experimentado las relaciones bilaterales.

A nivel político, los dos países siguen sin restablecer relaciones diplomáticas. Seguramente el mayor escollo es el hecho de que junto al intento de mejorar sus relaciones con Moscú, Tbilisi tampoco ha renunciado a seguir su política de acercamiento a Occidente, tanto a la OTAN como a la Unión Europea.

Esto irrita terriblemente a Rusia, como ya se está comprobando en el caso de Ucrania. La Administración de Putin sigue firmemente el principio de o conmigo o contra mí. Los intentos de tener unas relaciones fluidas con ambas partes han ido fracasando en todo el territorio postsoviético.

No parece que, en este sentido, las nuevas autoridades post Saakashvili vayan a tener un trabajo fácil. Todo ello sin olvidar la situación política interna, escenario en el cual tras la investidura presidencial (17 de noviembre) se dará a conocer el nombre del primer ministro que va a sustituir a Ivanishvili.

El multimillonario parece decidido a dejar la política activa justo después de la marcha de Saakashvili, tal y como prometió hace aproximadamente dos años cuando lanzó su proyecto político.

El presidente Margvelashvili y el primer ministro, a decidir todavía, tendrán un duro trabajo por mantener a Georgia en el camino de desarrollo, sin olvidar las relaciones con sus vecinos en una zona tan delicada como es el Cáucaso.

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