El mediador internacional para Siria, Lajdar Brahimi, confirmó ayer que la conferencia de paz no tendrá lugar a partir del 23 de noviembre, como se había previsto, y dijo que aún no se puede anunciar una fecha. Una fuente rusa ya había asegurado poco antes que Ginebra II «no tendrá lugar antes de diciembre» por las divergencias entre los principales actores.

Brahimi se reunió en Ginebra con los «números dos» de las diplomacias de EEUU y Rusia -encuentro al que entrada la mañana se incorporaron los otros tres miembros permanentes del Consejo de Seguridad- con el objetivo de fijar una fecha y avanzar en los preparativos de la conferencia Ginebra II, pero concluyeron que todavía no existen las condiciones para convocarla. Las tres partes acordaron volver a encontrarse el 25 de noviembre.

Los principales actores, nacionales y regionales, en el conflicto sirio comenzaron a marcar posiciones en torno a la conferencia internacional, lo que provocó un nuevo retraso en la búsqueda de una solución negocia- da a la grave crisis siria.

El principal punto de fricción es el futuro del presidente, Bashar al-Assad. Su ministro de Información, Omrane al-Zohbi, advierte de que «no iremos a Ginebra para entregar el poder, como desean (el jefe de la diplomacia saudí) Al-Faisal y algunos opositores desde el extranjero».

Por contra, el emir de Qatar, jeque Tamim ben Hamad al-Thani, sostén de la revuelta armada, insiste en que «no se pueden imponer al pueblo sirio negociaciones sin condiciones y sin calendario preciso», tal y como exige Moscú.

El propio Saud al-Faisal coincide en rechazar unas negociaciones «indefinidas». Las satrapías del Golfo se han erigido como portavoces de una oposición siria en el exilio y en el interior que discrepa sobre su participación en la conferencia.

En espera de su reunión decisoria el sábado en Estambul, el Consejo Nacional Sirio, el grupo más importante de la coalición opositora en el exilio, ha anunciado que no irá a Ginebra y amenaza con una escisión. Los grupos rebeldes islamistas van más allá y aseguran que considerarán «traidores» a los opositores que decidan ir.

Otro de los puntos de controversia es la participación de Irán. El ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, insistió ayer en que «todos los que tienen una influencia en la situación deben ser invitados. Y eso incluye a todos los vecinos de Siria, es decir, a todos los países del Golfo Pérsico, pero no solo los árabes sino también Irán».