Ainara Lertxundi Kazetaria
«Si se quiere, se puede»
Afirma Paloma Noyola, una mexicana de 12 años, huérfana de padre y la menor de ocho hermanos de una familia dedicada a la recolección de chatarra y la venta informal de comida en Matamoros, en el estado de Tamaulipas, uno de los más castigados por la guerra entre los cárteles del Golfo y Los Zetas. Su pequeña escuela rural está situada en una de las llamadas «zonas de castigo» de la enseñanza, junto a un basurero de esta ciudad fronteriza con EEUU. Paloma Noyola ocupó durante días los principales titulares de los medios escritos y audiovisuales de México después de que lograra la mejor nota en un examen nacional de matemáticas y de que la prestigiosa revista estadounidense «Wired» la bautizara como «la futura Steve Jobs».
Detrás del éxito de Paloma y de nueve de sus compañeros que también consiguieron altas puntuaciones está el profesor de primaria Sergio Suárez, de 31 años, dispuesto a dibujarle otro rostro a la falta de recursos básicos como el agua corriente y a superar con iniciativas innovadoras los pobres resultados académicos fruto de la profunda crisis educativa por la que atraviesa México, que ostenta uno de los índices más bajos de América Latina, pese a ser la segunda potencia económica de la región por detrás de Brasil. Ni siquiera cuenta con un registro oficial de las escuelas que existen en el país ni del número real de profesores que cumplen su función.
«El sistema educativo mexicano es como un autobús que tiene los asientos rotos, las llantas en mal estado y un motor totalmente destruido que tiene que subir una pendiente», se lamenta Juárez. «Ya con que vayas a impartir tus clases es ganancia, no esperan que des tu máximo», añade. Sobre todo en una zona «caliente» como Tamaulipas, a donde ningún profesor quiere ser destinado y donde una actividad tan cotidiana como ir a la escuela se convierte en todo un reto.
El deseo de superación de Paloma y la implicación vocacional de este profesor, que deja que sean los propios niños quienes aprendan y exploren a través de la red, ponen de manifiesto que «si se quiere, se puede» reconducir el presente.