Barcina deja la Presidencia de la CTP en vísperas del juicio por los tartazos
El Gobierno navarro blindó ayer el Baluarte durante la reunión de la Comisión de Trabajo de los Pirineos, donde Yolanda Barcina legó el testigo a Andorra. Su mandato habría pasado inadvertido de no ser por los tartazos que le estampó Mugitu. Varios solidarios con los activistas se «entartaron» tras un cordón policial que impedía acercarse a menos de cien metros, mientras agentes les vigilaban desde los tejados.
Aritz INTXUSTA | IRUÑEA
Yolanda Barcina convirtió ayer el Baluarte en un fortín para la ceremonia en la que traspasó la Presidencia de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos a Andorra (CTP). La Policía Foral estableció un perímetro que ocupaba prácticamente toda la plaza que circunda al edificio de congresos e incluso había agentes apostados en los tejados. Se termina así con los dos años de mandato navarro dentro del organismo, en los que no se ha producido ningún avance. A la cita de ayer solo acudieron los presidentes de la CAV y Aragón. Catalunya, Midi-Pyrénées y Aquitania enviaron a sus segundos y, por parte de los andorranos, acudió el ministro de Exteriores, Gilbert Saboya.
La ceremonia se limitó al protocolo y a la renovación de una declaración de buenas intenciones, sin apenas concreciones. Barcina dijo que hay que trabajar en pro de «una Europa sin fronteras». En esa declaración se trató el tema del TAV de forma muy sucinta, apelando a la prevención del cambio climático y potenciando «un transporte sostenible y mejorar las infraestructuras».
Precisamente, el TAV fue protagonista en la ceremonia anterior, cuando Barcina inició su mandato. En esa cita en Toulouse, varios activistas de Mugitu la entartaron tres veces. Aunque las autoridades francesas descartaron castigarles por su acción desobediente, cuatro activistas fueron detenidos a su regreso al Estado español. Pero ayer las cosas habían cambiado bastante, puesto que Nafarroa se ha quedado ya al margen de la red de Alta Velocidad, ya que hasta el «corredor navarro» solo se llegará por vías ordinarias mejoradas con un tercer carril.
Una guerra de tartas de nata
Pese a todo, la acción de Mugitu aún tiene consecuencias. Los activistas se enfrentarán el próximo día 18 a un juicio en la Audiencia Nacional, acusados de «atentado». La Fiscalía pide cinco años de cárcel para todos ellos, pero Barcina es acusación particular y eleva la petición a nueve años para uno de ellos.
Por este motivo, varias decenas de personas realizaron una protesta detrás del cordón policial. Allí, improvisaron un ring y empezaron a lanzarse tartas entre ellos, demostrando así la desmesura de la petición de cárcel que solicitó la presidenta navarra. Cuando sucedió la acción, Barcina bromeó ante sus homólogos diciendo que había sido el nombramiento más «dulce» de su carrera. Pero cuando cruzó la frontera cambió de humor y se volvió implacable, buscando un castigo ejemplarizante para los activistas de Mugitu.
Luis Uriarte, miembro de este colectivo, aseguró que el entartamiento «no fue ninguna agresión». A su juicio, «es un acto cómico de señalamiento de responsables de absurdos que están ocurriendo». Uriarte remarcó que «en Europa se lleva años entartando a diferentes políticos y en ningún sitio se les ha condenado a cárcel, como mucho a multa administrativa».
Mugitu volvió a censurar el proyecto para construir un TAV desconectado que mantiene el Gobierno de Nafarroa. «La construcción del TAV, en el que se van a gastar más de 700 millones de euros para un tramo de solo 60 kilómetros y que no va tener visos de continuar, solo puede responder a un pelotazo que quieren hacer las empresas constructoras en connivencia con el Gobierno de Nafarroa», sentenció Uriarte.
En un comunicado posterior, Mugitu aseguró que al menos siete personas fueron retenidas cuando iban a entrar al Baluarte. Estas personas se habían acreditado debidamente y, según el colectivo, se les impidió el paso en base a archivos policiales que se conservan de forma ilegal. Mugitu valora lo sucedido como una muestra «del desasosiego y el miedo que la clase política tiene hacia sus propios ciudadanos».
Iñigo Urkullu y Yolanda Barcina quisieron aprovechar el encuentro de ayer para escenificar la normalidad de sus relaciones. En la práctica, la estampa de los presidentes de Nafarroa y la CAV ha sido muy difícil de lograr. Algunos medios citaban que es la tercera vez que se reúnen los máximos responsables de los territorios vascos en el Estado español desde la muerte de Franco. De todos modos, fue una cita bastante fugaz, donde se buscó la foto de ambos paseando juntos entre una nube de fotógrafos. Las declaraciones al término de ese encuentro, que se extendió apenas 20 minutos, se limitaron a lo protocolario, sin mostrar ningún avance claro en las relaciones. Aun así, Urkullu, que es la primera vez que se reúne con Barcina, aprovechó la ocasión para cursar una invitación formal a la presidenta navarra para que visite Ajuria Enea. El lehendakari lo anunció públicamente, de tal modo que Barcina tendrá muy complicado renunciar a la invitación. Aun con todo, no se ha puesto fecha para la eventual visita, por lo que podría dilatarse el encuentro. Ahora bien, es cierto que ambos pudieron haber evitado el encuentro y, sin embargo, lo buscaron.
Barcina aseguró que la reunión transcurrió con la «cordialidad» que corresponde a dos comunidades vecinas y «desde el respeto institucional». Según la presidenta se trataron temas como las particularidades del Concierto y el Convenio o temas sanitarios. «Lo que haremos será seguir estas relaciones que ya está habiendo al nivel de departamentos y profundizar en ellas», dijo Urkullu.