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Anuncian el inicio del largo proceso de desmantelamiento de la maltrecha Fukushima

La compañía operadora de la accidentada central nuclear de Fukushima se prepara para comenzar la retirada del combustibles de la piscina 4, una tarea crucial que constituye el primer gran paso hacia su desmantelamiento.

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GARA | TOKIO

La propietaria de la planta de Fukushima, Tepco, mostró ayer a los medios de comunicación los preparativos de su operación para la retirada del combustible nuclear de un depósito del reactor 4, un primer paso crucial en el largo proceso de desmantelamiento, una «carrera de fondo» que se prolongará entre treinta y cuarenta años.

Dos años y medio después de que la central nuclear fuera golpeada por un intenso terremoto y un devastador tsunami, se pone en marcha una operación que cierra la primera fase de llevar a parada fría los reactores, limpieza y desescombro.

Tepco planea comenzar en torno al día 20 de este mes la extracción de los 1.533 haces de barras de dióxido de uranio que yacen en la piscina de combustible gastado de la unidad 4 desde marzo de 2011 para trasladarlos a un depósito más seguro. Este proceso podría llevar días o semanas y, en el peor de los casos podría provocar una grave emisión radiactiva.

En el interior de las piscinas de combustible gastado de los otros tres reactores afectados duermen otros 1.573 de estos manojos de uranio. Ademas, dentro de estos reactores hay otros 1.500, muchos de los cuales se fundieron por la catástrofe.

Un problema de salud mental

La población de la región, mientras tanto, se enfrenta al estrés, la ansiedad, la angustia y el miedo por la incertidumbre ante la radiación.

«Desde que se produjera el accidente, 57.000 personas han abandonado Fukushima, mientras que las que se han quedado tienen que vivir con la duda de si su decisión fue la mejor o de si viven o no en un lugar seguro, lo que les produce estrés», y las tasas de alcoholismo han aumentado radicalmente, señaló a Efe Tsuyoshi Akiyama, director del departamento de Siquiatría del Hospital Kanto, en Tokio.

Así, más allá de los problemas de contaminación, el Gobierno tiene que lidiar también con un problema de salud pública difícil de detectar: el incremento de trastornos en la salud mental.

Algo similar ocurrió tras el accidente nuclear de Chernobil, en 1986 en Ucrania, cuando aumentaron un 20% las muertes ligadas a la salud mental durante el año posterior al desastre.

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