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Gara > Idatzia > Euskal Herria 2006-05-09
18/98+...
«Nuestra paciencia también tiene límite»
Realizando una concentración de casi una hora ante el pabellón de la Audiencia Nacional, los procesados en el sumario 18/98 quisieron dejar claro que no están dispuestos a seguir aguantando «la falta de respeto de la Sala» hacia ellos, especialmente frente a sus compañeros enfermos. Un tribunal que amenazó con «utilizar las medidas necesarias» para introducirles en el edificio. Los encau- sados quisieron recordar a Jokin Gorostidi y a José Ramón Aranguren, que ha sido apartado del juicio, y exigieron la suspensión de la vista. Manifestaron que su paciencia «también tiene un límite».

MADRID

Los procesados en el sumario 18/98 realizaron una concentración ante el pabellón que la Audiencia Nacional tiene en la Casa de Campo, que se extendió por espacio de casi una hora, a fin de exigir la suspensión de-finitiva del juicio y denunciar las graves consecuencias que en la salud de varios de los encausados está suponiendo este proceso.

Bajo el lema «Aski da! Epaiketak eten», y con la foto de Jokin Gorostidi en la pancarta, sus compañeros manifestaron que uno de los objetivos de la acción era, precisamente, recordar y homenajear al histórico militante abertzale, «con quien fue un honor compartir banquillo en este juicio».

Asimismo, quisieron denunciar la actitud de la Sala y, concretamente, «la falta de respeto que constantemente muestra ante situaciones de salud que se han dado aquí», señalaron Mikel Korta y Teresa Toda en nombre de los encausados, recordando a continuación los casos de Mikel Egibar, Iñigo Elkoro y David Soto.

Agregaron que «en estos momentos tenemos una persona hospitalizada, José Ramón Aranguren», y denunciaron que tanto su caso como el de Gorostidi y el del resto de los procesados «son efecto directo de las condiciones en las que se está realizando este juicio».

En esta línea, explicaron que «no estamos dispuestos a seguir aguantando esta falta de respeto por parte del tribunal», al que exigieron que muestre «el mínimo respeto que se merece una persona, más aún si se encuentra enferma».

Los encausados sostienen que «éste es un juicio que comenzó por razones políticas, que se está celebrando y mantiene su desarrollo también por razones políticas», y opinan que «no tiene ningún sentido seguir con él». Por ello, afirmaron que «al igual que se puso en marcha por impulsos políticos, también es posible suspenderlo de la misma forma». «Nuestra paciencia también tiene un límite, y este juicio se tiene que parar de una vez», apuntaron.

La intención de los procesados era concentrarse por espacio de una hora, de las 10.00 hasta las 11.00, pero cuando habían transcurrido unos cuarenta minutos, la abogada Jone Goirizelaia salió a comunicarles que la presidenta del tribunal, Angela Murillo, le había indicado que o entraban cuando apareciera el forense o adoptaría «las medidas necesarias» para introducirlos. El forense entró a las 10.45 y, finalmente, la vista oral no comenzó hasta pasadas las 11.00.



Retenida e interrogada «por merodear»
I.B.
MADRID

La presencia de medios de comunicación y concretamente de medios gráficos fue muy numerosa, a diferencia de las últimas sesiones de este juicio, en las que apenas un puñado de redactores ha acudido a la Casa de Campo.

En el exterior, desde primera hora y durante toda la mañana, cámaras de televisión y fotógrafos tomaron imágenes de lo que acontecía. Entre ellos, la reportera gráfica de GARA Conny Beyreuther.

A ella, y a nadie más, se dirigieron los policías españoles que custodiaban el pabellón de la Audiencia Nacional. Unos policías cuyo número era también superior al de jornadas precedentes y que, al parecer, sólo reparararon en la labor de la trabajadora de este diario.

Tras conducirla a un lugar retirado, le revisaron minuciosamente el contenido de la mochila que utiliza para realizar su trabajo y la interrogaron por espacio de un cuarto de hora con preguntas de ámbito personal, como si había estado en prisión o el nombre de sus padres. Según manifestaron, le achacaban estar «merodeando». Sólo ella, el resto trabajaba.


 
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