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Gara > Idatzia > Mundua 2006-07-10
Matanza de sunitas en la capital del Irak ocupado
Bagdad fue escenario a primera hora de ayer de una matanza de sunitas, perpetrada por hombres armados, que se saldó con medio centenar de muertos. Horas después, un doble atentado con coches-bomba contra una mezquita chiíta dejaba 19 muertos. Un nuevo capítulo del desastre iraquí.

BAGDAD

Hombres armados y encapuchados llegaron en la mañana de ayer al barrio predominantemente sunita de Jihad, en el oeste de Bagdad, y establecieron controles de identidad que se convirtieron en una trampa mortal para los vecinos.

El operativo se completó con asaltos casa a casa en busca de sunitas y concluyó con medio centenar de víctimas mortales, 42 según France Press y hasta 60 según el recuento de testigos a la cadena Al Jazeera.

«Mi hermano Waël, con su mujer y un hijo, ha llegado al barrio a bordo de un taxi yha sido detenido en un control», narró Firas al-Chommari. Los encapuchados «inspeccionaron su carnet de identidad y le preguntaron de qué región era oriundo. Cuando les ha dicho que provenía de la ciudad chiíta de Kerbala y lo comprobaron le dejaron que se fuera».

Apellido sunita

Pero el chófer de apellidaba Doulaimi, un nombre exclusivamente sunita y procedente de la región de Al Anbar. «Le han sacado del coche y ha empezado a golpearle. Mi hermano les ha dicho que no se iba sin el chófer. Finalmente les han dejado marcharse», señaló Al-Chommari, quien aseguró haber visto una veintena de cadáveres tiroteados en los puestos de control y otros tantos víctimas de los ataques de estos escuadrones de la muerte en sus casas del barrio.

El imam de la mezquita de confesión sunita Fakhri Chanshal, jeque Abdelsamad al-Obeidi, no dudó en responsabilizar al Ejército de El Mahdi, del líder chiíta Moqtada al-Sadr, de esta matanza, y acusó al Gobierno de quedarse de brazos cruzados.

Complicidad gubernamental

Otros líderes sunitas acusaron de complicidad a las fuerzas especiales Al Maghauir, un cuerpo de élite del Ministerio de Interior, en manos de la alianza unida chiíta.

El jeque Abdelsamad al-Obeidi aseguró haber visto una decena de cadáveres son tiros en la cabeza. «También he sido informado de que en el sector de Al-Alfine, los hombres encapuchados han entrado en las casas de sunitas y han masacrado a sus moradores».

Además, según informó la radio Dar al Salam, del sunita Partido Islámico Iraquí (PII), los asaltantes secuestraron a varias personas de viviendas de suníes en el barrio.

Las fuerzas Al Maghauir rodeaban el área y «no intervinieron para poner fin a esos crímenes como si estuvieran protegiendo a los atacantes», denunció Muzana Harez al Dari, portavoz de la Comisión de Ulemas Musulmanes, máxima institución religiosa sunita en el Irak ocupado.

El jeque Abdelhadi al Darayi, portavoz del Ejército de El Mahdi, negó relación alguna con la matanza, de la que responsabilizó a «algunos círculos sunitas y estadounidenses que intentan provocar un conflicto sectario en el país».

El Ministerio de Interior rehusó comentar la masacre y aseguró no disponer de «suficiente información».

El jeque Mahmoud al-Soudani, imam chiíta de la mezquita Fatima Zahra, en el barrio de Jihad, afirmó por contra que la matanza es una represalia por los ataques sufridos por chiítas. «En los últimos meses, muchos chiítas han sido asesinados o han tenido que huir del barrio. Pertenecían a tribus del sur que se han querido tomar la revancha. Forma parte de la tradición», añadió.

«La gota que colmó el vaso»

El jeque chiíta aseguró que «la gota que colmó el vaso» fue el atentado del sábado contra su mezquita, que dejó un saldo de cuatro heridos.

Pocas horas después, un templo chií del centro de la capital era atacado con dos coches bomba que explotaron en menos de diez minutos y acabaron con la vida de al menos veinte personas, además de herir a 59 más, informaron fuentes del Ministerio de Interior.

Según su relato, la primera explosión ocurrió al filo de las 18.45 horas en las inmediaciones de la mezquita Ahel al Beit, en el barrio Al Waziria.

Diez minutos después, cuando una multitud se había acercado al lugar para tratar de socorrer a las víctimas, un segundo coche bomba hizo explosión en la misma zona.

No fueron, con todo, los únicos atentados en la sangrienta jornada. Doce personas murieron en ataques a lo largo y ancho del país, entre ellos dos religiosos sunitas en Samarra, al oeste de Bagdad.

Tres cadáveres de personas ejecutadas por disparos fueron hallados en el sur de la capital.



Llamada a la conciliación de Al-Sadr
GARA

NAJAF

El líder chiíta Moqtada al-Sadr hizo un llamamiento a un acuerdo nacional para poner fin a la violencia sectaria y evitar una guerra civil en el país ocupado.

«Irak está en un momento crucial y la situación en el plano de la seguridad se ha deteriorado pese a la existencia de un Gobierno independiente», diagnosticó el joven líder chiíta en un comunicado hecho público desde Najaf, ciudad santa chiíta situada 160 kilómetros al sur de Bagdad, donde él reside.

«La efusión de sangre continúa y para detenerla y forzar el cese de las agresiones contra los civiles, yo apelo a todas las fuerzas gubernamentales y populares para que asuman sus responsabilidades ante Dios y ante la sociedad», añade el comunicado.

«Hago un llamamiento a todas las fuerzas políticas y religiosas para sentarse en una negociación y frustrar el complot occidental que busca que Irak caiga en una guerra civil y confesional», añade.

Finalmente, al-Sadr hace un llamamiento a «mis hermanos en el Parlamento iraquí para que tomen conciencia de la crisis y hagan frente a sus responsabilidades, ya que todos los iraquíes esperan de ellos que logren que cesen estos baños de sangre».

Al-Sadr, líder del movimiento chiíta del mismo nombre, ha protagonizado varios levantamientos armados contra las tropas ocupantes. En las últimas elecciones, accedió a integrarse en la alianza unida chiíta, lo que le ha servido para apuntalar sus posiciones manteniendo su oposición a la ocupación.

Talabani

El presidente del Irak ocupado, el kurdo Yalal Talabani, hizo un llamamiento a la conteción y advirtió de que Irak está a punto de cruzar una línea de no retorno.

El vicepresidente, el sunita Tarek al Hashemi, instó al Gobierno a «a poner fin a los crímenes de esas milicias».


 
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