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Gara > Idatzia > Mundua 2006-11-06
Los tribunales creados por EEUU condenan a Saddam Hussein a morir en la horca
·La casa blanca niega que la sentencia haya sido programada para coincidir con las elecciones

El Alto Tribunal iraquí condenó a morir en la horca al ex presidente, Saddam Hussein, y a dos de sus colaboradores. La sentencia provocó todo tipo de reacciones, tanto en Irak como en el resto del mundo, al margen de la nula credibilidad y legalidad de un tribunal creado por EEUU en tiempos del llamado procónsul de Irak Paul Bremer. Los chiítas iraquíes celebraron en la calle la condena y los sunitas criticaron la medida.

BAGDAD

La Casa Blanca salió a la palestra para negar que los ocupantes hayan hecho coincidir la lectura de la sentencia a muerte a Saddam Hussein con las elecciones legislativas de medio mandato en EEUU, ante las sospechas de que una y otra cuestión guarden una estrecha relación. «El sistema judicial iraquí actúa de forma totalmente independiente», dijo el portavoz de la Casa Blanca Tony Snow sin inmutarse.

Con la condena a muerte en la horca para el ex presidente iraquí Saddam Hussein concluye un circo judicial de casi trece meses que se ha cobrado la vida de tres abogados defensores, ha provocado la renuncia de dos jueces del llamado Alto Tribunal ­creado por EEUU e ilegal porque, como dice la Convención de Ginebra, las fuerzas que ocupan otro país no pueden cambiar el sistema legal del ocupado­ y que, además, ha puesto en duda la legitimidad de un proceso judicial que se ha visto influenciado por presiones externas y por un inaceptable intervencionismo del poder ejecutivo títere que culminó con la petición explicita del primer ministro de Irak a favor de la ejecución del ex presidente.

A las 10:00 horas de la mañana de ayer, hora de Euskal Herria, el Alto Tribunal iraquí sentenciaba a muerte a Hussein, a su hermanastro Barzan Ibrahim y al jefe del antiguo Tribunal Revolucionario de Irak, Awwad Hamad Al Bandar, por la muerte de 148 residentes del pueblo de Duyail, después de que miembros del partido Al-Dawa, liderado hoy en día por el primer ministro Al Maliki, intentaran matar al entonces presidente el 8 de julio de 1982.

El ex vicepresidente iraquí y mano derecha del ex presidente, Taha Yassin Ramadan, fue condenado a cadena perpetua, y otros tres ex oficiales del partido Baaz han recibido penas de hasta 15 años por los cargos de «asesinato y tortura», mientras que otro de los acusados, Mohammed Ali fue puesto en libertad por falta de pruebas.

Tras la lectura de la sentencia, Saddam Hussein, tembloroso, recibió el veredicto a los gritos de «¡Dios es grande!» y «¡que viva esta gloriosa nación, y muerte a sus enemigos!». Hussein dispone de un plazo de 10 días para presentar la correspondiente apelación. La ejecución se programaría para un plazo máximo de 30 días pasado el rechazo de la petición.

El juicio contra el Hussein distó profundamente de ser un proceso normal y fluido. Tras la acusación inicial presentada el pasado 17 de junio de 2005, Hussein puso en duda de forma casi constante la legitimidad del Alto Tribunal desde el inicio del juicio, el pasado 19 de octubre. Dos días después, las autoridades encontraban el cuerpo sin vida de uno de los abogados de la defensa, Saadoun al Janabi, al que se sumarían las muertes de sus colegas Adel al Zubeidi y Jamis al Obeidi, en noviembre de 2005 y junio de 2006, respectivamente.

Los jueces también se vieron afectados por el tumultuoso procedimiento. Uno de los cinco magistrados del tribunal abandonó tras descubrir que uno de los acusados podría haber estado implicado en la muerte de su hermano, mientras que el juez principal, Rizgar Amin, también presentó su renuncia tras la presión ejercida por las presiones de los grupos chiíes, que denunciaban irregularidades en el proceso.

En las calles de Bagdad, los chiíes demostraron su júbilo, mientras que la población suní entonado cánticos en apoyo al ex presidente en su ciudad natal de Tikrit, al grito de «Te vengaremos, Saddam».



Washington cree que es «un buen día» para Irak
En unas breves declaraciones desde Crawford (Texas), Tony Snow, portavoz del presidente, George W. Bush, afirmó tras conocerse la condena que «es un buen día para el pueblo iraquí». El veredicto, afirmó Snow en declaraciones a la cadena de televisión NBC, representa una «prueba absoluta de que Irak cuenta con un poder judicial independiente que

funciona con transparencia e imparcialidad». Por su parte, el embajador de EEUU en Irak, Zalmay Jalilzade, llamó a los dirigentes iraquíes a «aprovechar la ocasión» para «unirse y construir el futuro de su país» junto a los ocupantes. -



Al Dawa logra su objetivo 24 años después

BAGDAD

La muerte de 148 chiíes en el pueblo de Duyail en 1982, como represalia por un intento frustrado de atentado contra Saddam Hussein, ha servido para condenar al ex presidente, aunque entonces los chíes muertos también fueron juzgados por el intento de magnicidio.

El «caso Duyail» se remonta al 7 de julio de 1982, cuando la caravana presidencial en que viajaba Saddam fue atacada en el momento en que atravesaba esa aldea agrícola situada 60 kilómetros al norte de Bagdad y poblada casi exclusivamente por chiíes. Saddam volvía de una visita de inspección a las tropas iraquíes que combatían en el norte del país con el ejército del vecino Irán cuando se vio sorprendido por el atentado.

Los atacantes descargaron sus ametralladoras contra el coche del presidente, pero el blindaje del vehículo le salvó la vida.

Aquel atentado frustrado fue más tarde reivindicado por el partido chií Al Dawa, en ese momento enfrascado en una violenta campaña contra el régimen laico de Saddam y que seguía en activo pese a la represión que, de tanto en tanto, ejercía el régimen sobre el partido.

Al Dawa, hoy dirigido por el ex primer ministro iraquí Ibrahim Yafari, ex agente de la CIA tenía entonces a sus dirigentes refugiados en Teherán, desde donde ordenaban sus ataques contra el régimen.

Saddam Hussein siempre mantuvo durante el largo juicio que los 148 chiíes de Duyail fueron ejecutados de acuerdo a la justicia, después de que confesaran su participación en aquel atentado.


 
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